“Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.”
(Juan 8:23 RV60)

Apoyada en algunos contenidos del libro de Watchman Nee: “No améis al mundo”, entraremos en una profundidad de la naturaleza de este llamado.

La palabra ‘de’ que en griego ek traduce: quitar de, sacar de o extraer de, implica el origen o la procedencia de donde se extrae algo. De esta forma, el sentido de este pasaje en el Jesús habla a sus discípulos sería: “Vuestro lugar de origen es de abajo, mi lugar de origen es de arriba; vuestro lugar de origen es este mundo, mi lugar de origen no es este mundo.”

El centro del tema no es: “¿Eres una persona buena o mala?” sino “¿Cuál es tu lugar de origen?” El lugar de origen es el que determina todo lo demás.*

 “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.”
(Juan 15:19 RV60)

Jesús dice a sus discípulos: “No sois del mundo” y enseguida, algo más fuerte: “Yo os elegí del mundo”; dando a entender que han sido ‘extraídos del mundo’. En esta última instancia hay un doble énfasis. En el versículo anterior se encuentra la palabra ek, “de”; y además de esto el verbo ‘elegir’, eklego, contiene otro ek. En efecto, Jesús está diciendo que sus discípulos han sido elegidos del mundo para ser sacados del mundo.*

La Iglesia es ekklesia (klesia: llamados; ek: sacar, quitar, extraer de), traducido como: los que Dios ha llamado a salir. ¿A salir de dónde? Del mundo; de la vasta organización de individuos llamada ‘mundo’ Dios nos ha sacado y hoy día sigue llamando incansablemente a la humanidad.

En nuestro pasado fuimos sacados del mundo, como Iglesia; en nuestro presente somos el Cuerpo de Cristo, la expresión en la tierra, de Aquel que está en el Cielo. Por un lado somos un pueblo adquirido, llamado y liberado del sistema mundano, por Jesús. Por otro lado somos un pueblo regenerado y sin relación alguna con este sistema pues por el Espíritu hemos nacido de nuevo, nacidos de arriba.

De esta forma el Cielo no es nuestro destino, sino nuestro lugar de origen.* Esto se restablece por medio del nuevo nacimiento en el Espíritu Santo.

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
(Juan 3:6 RV60)

Recordando la conversación entre Jesús y Nicodemo acerca de quién podría ver el Reino de Dios (Juan 3), aquel que nace de nuevo a través del Espíritu Santo de Dios puede hacerlo. El Espíritu de Dios es quien nos da acceso al Reino de Dios en la tierra, pero, Jesús fue quien nos eligió del mundo.

Jesús nos saca del mundo para que el Espíritu de Dios nos introduzca en Su Reino, y, a su vez, nos devuelva a nuestra ‘versión de fábrica’.

¿Por qué la humanidad se empeña en saber quién es y de dónde viene? La verdadera identidad y el lugar de origen de la humanidad son algunas de las cosas que satanás oculta, cegando los ojos del entendimiento (Efesios 1:18).

¡La humanidad está llamada a salir del mundo! ¡No pertenecemos a Él por designio original! Todo es restaurado a través de la redención que Cristo nos brinda. Tal y como he dicho antes, el ser humano posee un vacío que satanás nunca podrá llenar de ninguna manera: Dios.

Satanás no quiere que la humanidad se entere de esto. Jesús lo ha hecho todo para recuperar lo perdido, restaurar, y deshacer las obras del maligno; aún en la actualidad Padre, Hijo y Espíritu Santo no se detienen, nosotros, el pueblo, tampoco nos detendremos.

¡Él Dios vivo te está llamando a salir del mundo y a entrar en su Reino!

…Tienes una llamada, ¿quisieras responder? Dice que es muy importante.

*Notas de “No améis al mundo” por Watchman Nee.  

Escrito por Catalina Tamayo para: www.conectadosconCristo.com