“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”

(1 Juan 2:15 RV60)

Qué cosa difícil es decirle a un joven que no ame el mundo… pues la juventud, dicen muchos, es la época en la ‘que más se disfruta’. Si estás en Cristo, sí se disfruta mucho… pero no en la juventud sino en el resto de tu existencia a partir la entrada de Jesús en tu vida.

Si miramos con detenimiento a qué edad iniciaron su camino de la mano de Jehová los grandes hombres de la Biblia, podemos ver que el rango no traspasaba a los 16 o 17 años de edad. Jehová nunca esperó a que fueran personas ‘hechas y derechas’ para llamarlos, a Él le interesa hacer el trabajo de volver a crear y enderezar Él mismo.

Muchos hoy en día caen en la mentira de ‘disfrutar la vida’ en el mundo tal y como éste lo propone, para volver a los brazos de Dios destruidos y con un propósito estropeado; aun así Dios todo lo hace nuevo, tengas 5 o 50 años. Los jóvenes son los que más concuerdan con esta afirmación por tratarse del inicio de su vida. Y sí, el inicio de tu vida es un tiempo de disfrutar pero lo que Dios quiere que disfrutes, no la apariencia del mundo y tu propio plan de vida.

Ciertamente es muy difícil dejar todo lo que ofrece el mundo para seguir una religión… pero el Dios vivo de ayer, de hoy y por siempre nunca será una religión, sino la realidad más veraz que un ser humano puede conocer en toda su existencia (existencia nacida de Él mismo). Y aún más que esto, la realidad de su Amor, nunca te permitirá amar el mundo como alguna vez lo hiciste, ni aunque lo intentes. Este Amor, es ágape, amor que el mundo no conoce y que está empezando a conocer.

 “Sin Dios realmente ya no hay nada, ya no se puede vivir sin Él… ya no se puede. Ni intentarlo, es imposible.” Decíamos en una conversación de amigas en alguna ocasión. Porque el ágape de nuestro Abba Padre se convirtió en todo por lo que vivimos, porque lo conocimos, y luchamos por andar en él con todas nuestras fuerzas. Amar a Dios es dejar de amar al mundo; lo más sublime de esto es: amarlo por y con el amor con el que Él me ama, el único que permanece. (1 Corintios 13:4-6).  

Enamórate de Dios y dejarás de amar al mundo. Si vives para Él, no vivirás para el mundo. Y sin ser cliché, sino realidad: Su Amor, te da la victoria.

Escrito por Catalina Tamayo para: www.conectadosconCristo.com