“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
(Juan 16:33 RV60)

Batalla tras batalla, en la mente, alrededor, en la vida; cada día, más difícil que el anterior. Jesús siempre supo que en la tierra tendríamos aflicción y en numerosas ocasiones lo comunicó a sus discípulos; tener aflicción es algo más que uno de los tantos ataques que un hijo de Dios sufre, es algo necesario en nuestro caminar.   

El mundo trata de absorber como un huracán a todo el que se propone apartarse para Dios, ¿por qué un joven lucha con ser santo dentro del mundo? Existen múltiples puntos de atracción dentro de éste; la carne desea aquello que es de la carne – la cual está estrechamente ligada al mundo, el espíritu, aquello que es del Espíritu. (Juan 3:6)
Si una persona joven (y cualquier persona) quisiera ser santo/a para Dios, tendría que tener una comunión verdadera y efectiva con el Espíritu Santo, un corazón conforme al del Padre y un deseo ferviente por seguir las pisadas de Jesús; aquel sin pecado, sin mancha, sin engaño, propiedad única y exclusiva para el Padre. No se es santo si no se camina y se es uno con el Santo. La Santidad es apartarse exclusivamente para Dios, renunciar voluntariamente a todo lo que la carne anhela.

En alguna ocasión, vivía yo un tiempo donde estaba siendo probada fuertemente, un tiempo que llevaba al límite toda mi resistencia; necesitaba estar mucho más cerca de Él. Dios conocía mis pensamientos y lo que mi alma sentía, sabía que dependo de Él y que mi estado no me permitía ‘darme el lujo’ de no hacerlo. Yo no hablaba con Él en ese momento, y mi mente divagaba, pero el Espíritu de Dios, conociéndome, me dijo: “Nadie dijo que esto era fácil, pero no es imposible, mi yugo es más fácil.” (Mateo 11:30) Supe entonces, que deseaba estar bajo el yugo de Jesucristo, para no perder el rumbo y hacer lo que Él quiere hacer; lo mejor para mí es estar bajo su yugo, así no estaré bajo ningún otro yugo que el mundo quiera imponerme.

Sin importar cuán difícil pueda ser mi situación, en mi cabeza no cabe el pensamiento de dejar a Dios; y todo aquello que padezco lo padezco con gozo, por ser partícipe –en una corta medida- de los sufrimientos de mi Jesús, por el peso de Gloria venidero y porque Él no cesa de hacer su obra conmigo. Perfeccionada, entrenada, madurada, procesada y probada -para ser aprobada y después promocionada- soy con cada una de esas situaciones.

Someterse a la voluntad del Padre, y hacer únicamente lo que Él diga no es fácil para la carne, pero el espíritu siempre estará dispuesto a obedecerle. (Mateo 26:48)

Cientos de cosas necesitan ser ordenadas y puestas en su lugar. Una palabra del Príncipe de Paz hace que todo sea bonanza y orden. (Mateo 8:23-27) Es Él quien enseña cómo dormir en medio de una tormenta, porque ya hay victoria… por medio de Él.

¡El venció toda la influencia que el mundo pudo haber tenido y que quiere tener en sus hijos! Es trabajo nuestro apropiarnos de ese derecho.

Una última cosa Él quiere decir:

Juan 16:33

Estas cosas os he hablado para que:

  • “en mí tengáis paz.” (LBLA)
  • “en mí hallen paz.” (NBD)
  • “unidos a mí, encontréis paz.” (BLP)
  • “estén unidos a mí y así sean felices de verdad.” (TLA)

En el mundo:

  • “tenéis tribulación,” (LBLA)
  • “tendréis apretura;” (JBS)
  • “afrontarán aflicciones,” (NBD)
  • “tendrán muchas pruebas y tristezas,” (NTV)
  • “tendréis sufrimientos;” (BLP)

Pero:

  • “confiad,” (LBLA)
  • “¡tened ánimo!” (CST)
  • “¡sean valientes!” (PDT)
  • “¡tengan valor;” (RVA2015)

Yo he vencido a los poderes que gobiernan este mundo. (TLA)
Yo he vencido al mundo.

Escrito por Catalina Tamayo para: www.conectadosconCristo.com