¿A quién no le gusta salir en grupo con amigos a disfrutar de una película en el cine? O ¿quién no disfruta de reunirse una noche para hacer una cena diferente con familiares y amigos? Dios nos hizo y puso en nosotros la necesidad de relacionarnos, de sentirnos parte de importante de nuestro entorno, ´para compartir con nuestros seres queridos, y con los que no son tan queridos también. Sin embargo, pareciera que cuando todo marcha bien, repentinamente pudiera surgir algo que rompa la koinonía (comunión con Dios) o cause disyuntivas. En algún momento alguien debate con otro acaloradamente o dos pensamientos diferentes chocan y todo termina, no sólo en un pequeño rose, sino hasta en una mega colisión que podría terminar con el momento alegre y ameno entre amigos.

Les relataré brevemente un caso que me dejó bastante pensativa cuando me sucedió.

Miguel (los nombres de los implicados han sido cambiados, pues no es el objetivo señalar a las personas sino aprender de ellas) y yo teníamos mucho tiempo sin vernos. Habíamos sido amigos desde hacía ya años pero cuando nuestros intereses universitarios dictaron que él quería ser ingeniero y yo poliglota nos separaron  4 horas y cientos de kilómetros de distancia.

Un día, por cosas que sólo Dios sabe, nos encontramos en el cine. Ambos llegábamos con un par de amigos de nuestras respectivas universidades. Al vernos nos alegramos; hablamos un rato de lo que habíamos hecho, mientras esperábamos en la línea para seleccionar la película. Había varias opciones en cartelera y tanto mi grupo como yo no sabíamos qué escoger. Él apuntó a una película y diciendo que ya la había visto y que sería excelente verla todos. No me pareció malo el título y compramos las entradas. Una vez en la sala del cine me quería morir. ¡Qué desastre de película! La protagonista tenía un novio, y mantuvo relaciones sexuales con dos más y su novio también con otras chicas. Casi se matan peleando entre sí; en una fiesta alocada quedó embarazada, fumaba cuanta cosa pudiera y al final: no se casó, la niña creció y siguió su ejemplo.

En lo personal, no es el tipo de películas que acostumbro a ver pero más me sorprendió que éste viejo amigo, cristiano pudiese recomendar algo así. No soy muy buena para callarme y hacerme la de la vista gorda así que al salir hablé con él. Le pregunté por qué recomendó una película como esa y su respuesta fue: ¡No seas exagerada, es sólo una película! Eso es algo normal.

Este tipo de expresiones las oímos muy frecuentemente. Quizás no con una película sino con: es sólo un baile, es sólo una canción, es sólo un trago, es sólo una noche, entre otros. Y como si no fuera suficiente, se basan en que es algo “normal” porque todo el “mundo” lo hace. Ahora bien, quizás muchos puedan pensar que quienes no lo ven solo como un baile, uns película, etc., son unos pocos  y desactualizados religiosos que no entienden la modernidad, pero la verdad absoluta (La Palabra de Dios) nos enseña lo siguiente en Romanos 12:2:

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

La Biblia  nos insta a no adaptarnos a este mundo sino a su Palabra, y llevar nuestro entendimiento a un grado de conocimiento mayor al de este siglo. Si hacemos esto él nos promete lo siguiente: ¡comprobaremos, en carne propia, la buena voluntad de Dios! Y nada más ni nada menos que Dios nos dice que su voluntad, además de buena, es agradable y perfecta.

Si te sientes tentado a ceder ante la presión de tus amigos o si eres tú quien considera que los desenfrenos de éste mundo en verdad te pueden dar algo bueno, hoy te propongo algo. Prueba la voluntad de Dios. Escucha y atiende a la voz de su Palabra y comprueba tú mismo que al final del camino quienes siguen su propio camino, porque es “normal” seguramente terminarán como es este mundo: vacío, buscando en todo tipo de placeres llenar esa ausencia o soledad de su vana vida, aquella que en público no la quieran admitir; mas quienes siguen el camino de Dios, que es a través de Jesús, alcanzan una vida plena en Él. Esto no quiere decir que no tienen dificultades o vacíos, sino que sus vacíos los llenan con Cristo, el único que puede saciarte sin dañarte; y sus dificultades las atraviesan y vencen con Jesús.

Es tu decisión. Sigue a Jesús y prueba la verdadera vida que sólo Él puede ofrecerte.

Escrito por Raquel Roa para www.conectadosconcristo.com