Texto Bíblico

Éxodo 20: 15 NVI

“No robes”

Reflexión

No Robarás, Octavo mandamiento

Tener una justificación a nuestras faltas, no nos hace menos pecadores. Somos lapsos cuando definimos la palabra robar como “Quitar a una persona algo que le pertenece”, refiriéndonos únicamente a lo material.

La envidia, ambición y avaricia están estrechamente relacionadas a esa deplorable conducta que muchas veces menospreciamos. Deseamos tener a toda consta no solo propiedades sino la honra de otros.

Robamos a Dios cuando no obedecemos su mandato de diezmar sobre nuestros ingresos, es una pequeña parte de lo que Él nos da mensualmente, para su obra. Somos ladrones cuando compramos películas de contrabando, descargamos música o software de internet, ilegalmente, no pagamos lo merecido a nuestros trabajadores, cuando tenemos tiempo de ocio y somos perezosos en horas laborales incumpliendo con nuestros deberes, nos llevamos las cosas de la empresa para nuestra casa o pasamos por encima del que sea con tal de ganarme un ascenso. También cuando pedimos “rebaja” al vendedor ambulante que se esfuerza por llevar el pan diario a su casa, pero por apariencia si tenemos para pagar completo y sin chistar lo que se nos pide por un producto en un centro comercial, cuando escondemos a nuestro cónyuge cuánto devengamos o gastamos en cosas personales, ignorando las necesidades de nuestra familia. Robamos a la nación al no pagar nuestros impuestos, a los bancos cuando somos incumplidos con nuestras obligaciones financieras o cuando evitamos dar la cara al amigo que nos tendió una mano para ayudarnos en un momento de escases prestándonos dinero. Robamos la honra de aquellas personas de las que murmuramos o permitimos sean objeto de burla o chisme de alguna clase, a nuestros hijos cuando no pagamos cumplidamente la cuota alimentaria, la dignidad de nuestra esposo(a) cuando los engañamos, en fin…son muchas las formas en las que podemos estar faltando a éste mandamiento.

Todos queremos paz en la tierra, ser felices, que nos respeten, que nos amen, nos valoren, pero ¿Cuánto estamos dispuestos a dar nosotros para marcar la diferencia?. La verdadera transformación de éste mundo radica básicamente en el aporte personal con el que cada uno decidamos contribuir para el mejoramiento continuo de ésta sociedad, el cambio empieza desde tu interior.

Es fácil criticar, señalar, exigir y quejarse, pero dar ejemplo con un comportamiento que refleje a Dios es lo difícil. Caminar con Dios, es la única manera de crear conciencia. Puedes lograrlo, si te lo propones. Si hoy incurres en alguna las cosas mencionadas, cambia y procura hacer siempre lo correcto, esto te permitirá dar pasos firmes en la honestidad, que como hijo de Dios, se te demanda del cielo, para así poder recibir las bendiciones de abundancia y prosperidad que nuestro Padre tiene como recompensa a nuestra obediencia.

 

Oremos

Padre perdóname por dejarme llevar del “Todos lo hacen”, como justificación a mi deshonestidad delante de ti. Tener una coartada perfecta ante el mundo, no me hace honesto delante de ti. Tu me conoces mejor que nadie, no quisiera decepcionarte más y deseo de todo corazón que te sientas orgulloso de mí. Dame la fuerza para cambiar antes de ver el cambio en los demás. Quisiera mirarme al espejo y tener la seguridad de que mi transformación motivará a otros a hacer lo mismo. Gracias por darme una y mil oportunidades de ser quien quieres que yo sea, en el nombre de Jesús, amén.

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