TEXTO BÍBLICO
“El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, Señor, tu rostro busco.”
(Salmo 27:8 NVI)
REFLEXIÓN
Repetimos la teoría de memoria. Acostumbramos compartir versículos a diestra y siniestra, sin realizar un estudio específico que nos permita ahondar en la palabra de Dios. Somos mecánicos e instintivos al evangelizar y usamos el nombre de Dios a la ligera, utilizando frases como “Dios me dijo que te dijera” o “Dios me reveló” o “Profetizo en el nombre de…” sin ninguna prudencia, afirmando lo que en realidad puede ser una mera emoción humana y no una instrucción divina.
Complementando lo anterior, se ha vuelto normal cuestionar a Dios pidiéndole señales que nos indiquen qué decisiones tomar frente a situaciones que estemos experimentando, poniendo en duda su soberanía y santa voluntad, permitiendo que los afanes de este mundo nos impulsen a tomar esas decisiones sin la guía de Dios a través de la oración.
Buscar el rostro de Dios implica orar, leer la palabra y mantener una relación consiente y constante con el Padre de TODO. Incluye confiar y esperar. Confiar en que en el silencio o en un NO como respuesta hay protección. Creer en el SÍ del Señor como una promesa cumplida cuando Él así lo determine. Esperar un minuto o varios años a recibir respuesta sin desfallecer, con la seguridad de que Él responderá en el momento perfecto; agradecer su presencia en nuestra vida y aceptar su disciplina, reconociendo que en su poder hay libertad.
Es innegable el hecho de que existen personas que tienen dones sobrenaturales que han sido concedidos por el Espíritu Santo; no obstante, si en tu caso ese don no te ha sido confirmado debes abstenerte de hablar lo que no se te ha ordenado decir. Es un deber ser sensatos y no atribuirle a Dios designios meramente humanos que se basan en la comprensión individual.
Alabanza sugerida:
Canción: El Nombre de Jesús – Redimi2 ft. Christine D’Clario
Ver video aquí: https://acortar.link/kVgvii
OREMOS
Señor perdóname cuando he descuidado mi relación personal contigo y la he convertido en sesiones cortas en las que en vez de agradecer y confiar en tu voluntad, he sido insensato(a) al pedir señales que me saquen rápido de situaciones que he generado por mi inmadurez espiritual. Ruego por tu misericordia y acudo hoy a ti para pedir sabiduría. Pongo en tus manos los anhelos más profundos de mi corazón. En el nombre de tu hijo amado Jesús, amén.