TEXTO BÍBLICO
Salmos 119: 1-8 (NVI)
Álef
“119 Dichosos los que van por caminos perfectos,
los que andan conforme a la ley del Señor.
2 Dichosos los que guardan sus estatutos
y de todo corazón lo buscan.
3 Jamás hacen nada malo,
sino que siguen los caminos de Dios.
4 Tú has establecido tus preceptos,
para que se cumplan fielmente.
5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos
para cumplir tus decretos!
6 No tendré que pasar vergüenzas
cuando considere todos tus mandamientos.
7 Te alabaré con integridad de corazón,
cuando aprenda tus justos juicios.
8 Tus decretos cumpliré;
no me abandones del todo.”
REFLEXIÓN
Palabra de Dios
La palabra de Dios es palabra de vida. Es luz en el camino del creyente, disciplina que tiene como objetivo que aquel que la siga, de fruto y conozca a un Dios que ama mientras corrige; es el manual del fabricante, constituye el compendio escrito de las verdades del Señor y al escudriñarla, estudiarla, comprenderla y llevarla a la práctica, entendemos los propósitos que Él tiene para nuestra vida.
Son cerca de trece años los que cumpliré desde que me convertí, leía la palabra buscando respuestas a mis problemas, sin un orden específico y con la intención de encontrar frases bonitas, que amortiguaran el sufrimiento que había en mi vida al depender de todo, menos de Dios. La tomaba entre mis manos y usando la ‘bibliomancia’ término utilizado para identificar la acción de abrir la Biblia y elegir aleatoriamente un versículo que llamara mi atención; si no me gustaba, lo omitía y buscaba otro que fuera de mi agrado; le daba aplicabilidad de manera selectiva a los preceptos del Señor.
Hace dos años, hice el compromiso con Dios de cumplir cabalmente mi llamado de escribir estos devocionales. Venía orando para perfeccionar mis disciplinas espirituales y eliminar la pereza de levantarme muy temprano a orar, y ésta fue la mejor manera para hacerlo. Es Él quien dirige lo que estás leyendo, quien me da a conocer el mensaje que debo darte y quien me ministra a mi primero, antes de plasmar lo que Él habla a mi corazón debo transmitir.
He aprendido desde Génesis 1 hasta éste Salmo, que la verdadera felicidad proviene de la obediencia; que no es un Dios castigador, sino que sufrimos las consecuencias de nuestra necedad; que sus mandatos son para nuestra protección; y que la bendición que tanto anhelamos, proviene de un caminar en integridad, santidad, alabanza, agradecimiento y gozo.
Escuchar la voz de Dios es maravilloso. Escudriñar su palabra me permite hoy tener claro que fui creada para grandes cosas; que desde antes de nacer, fui concebida en amor; confiar en Él en cualquier circunstancia; tener la plena seguridad de que no estoy sola; saber que si estoy atravesando un desierto, llegaré tarde o temprano, de acuerdo a las decisiones que tome, a la tierra prometida; que la queja y el actuar contrario a su voluntad, detiene mi bendición; que para Él, soy importante, guerrera valiente; que no existe nada que impida el cumplimiento del plan de Dios para mi vida; que lo material no es eterno y que su amor no cambia.
Le doy gracias al Señor por revelarme sus pensamientos a través de la Biblia, de poder compartirla con ustedes cada día y de poder gozarme en su presencia cada mañana. Espero que lo que yo he podido experimentar, también te lleve al nivel en el que me encuentro, porque siendo imperfecta como soy, reconozco la obra que Él ha hecho con mi vida y avanzo a pasos agigantados a la meta que Él ha trazado para mí. Te bendigo.
Alabanza sugerida
Canción: Marcela Gándara – Tu palabra
Ver video aquí: http://bit.ly/23I3XfY
OREMOS
Amado Señor, gracias por permitirnos conocer la verdad a través de tu palabra. Gracias por mostrarnos el camino correcto, por rectificar nuestro caminar por éste mundo cuando ha sido necesario y por permitirnos encontrarte en medio de nuestras pruebas con el conocimiento de que las bendiciones, son consecuencia de nuestra obediencia y confianza en ti. Bendigo lo que has hecho, lo que haces y lo que harás en mi vida. Declaro que las promesas contenidas en la Biblia, se cumplirán en mí; en el nombre de Jesús, amén y amén.