Abrimos nuestros ojos, y es como si nuestra mente y cuerpo se activaran ante un ir y venir de obligaciones y responsabilidades. Comenzamos nuestro día con el afán que amerita la alarma programada el día anterior, nuestra mente ocupada en planear las a actividades a realizar, con quienes vamos a interactuar o lo que es peor, seguimos conectados con las circunstancias y eventos difíciles experimentados horas atrás.