TEXTO BÍBLICO

«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».
(Filipenses 4:6-7)

REFLEXIÓN

Cuando se presenta una dificultad que me saca de mi zona de confort, mi primera reacción es desesperarme, angustiarme y llamar a mi esposo, a mi mamá o a mis amigos más cercanos, buscando no solo apoyo moral, sino que me ayuden a solucionar la situación de manera inmediata. Dejo al Señor en el último lugar de mis posibilidades. Sin darme cuenta cargo a otros con mi energía negativa y el mensaje de descontrol al ver que no lo pueden hacer, se traduce en falta de confianza en Dios.

Si nos diéramos el tiempo de analizar las circunstancias que nos aquejan, y la confrontamos con la verdad de lo que el Señor nos dice en su palabra, podemos establecer que toda prueba funciona como un acertijo que debemos descubrir. Haz el ejercicio: ¿Cuál es tu problema? ¿Cuáles son las causas? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Qué debo cambiar? ¿Qué tengo que erradicar de mi vida? ¿Qué quiere Dios que aprenda de esa situación? y una vez respondidas las preguntas… le entrego a Dios aquellas cosas que se salen de mi control para que actúe a mi favor, confiando en que su voluntad para mi vida, pase lo que pase, es buena, agradable, perfecta y mucho más asertiva que la mia.

Puedes estar seguro(a) que al final recibirás la recompensa de mantenerte firme, obediente y fiel. La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, es lo que experimentas cuando entiendes que todo pasa por y para algo y que nuestro Dios es más grande y fuerte que aquello que te incomoda. La tranquilidad en medio de la tormenta la vives cuando le entregas a Él tus frustraciones, tristezas y angustias reconociendo que si tu no sabes que hacer con ellas… Él ¡Sí!

OREMOS

Papito Dios, te entrego mis angustias de hoy, sabiendo que las convertirás en mis victorias del mañana. Creo que tu voluntad buena, agradable y perfecta, me alcanza todos los días de mi vida. Revélame tu propósito en cada prueba y no permitas jamás que yo no aprenda algo de mis caidas. Eres mi Señor, mi salvador y te reconozco como tal. Le das sentido a mi existencia. Te amo. En el nombre de Jesús, amén y amén.