“7Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.8 En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” Salmos 4:7,8
Las crisis forman parte cotidiana de todo ser humano. No hay ser sobre la faz de la tierra que pueda, con total honestidad, afirmar que nunca ha tenido un problema o una dificultad en su vida. Vivimos en un mundo en el cual la perfección no es una característica de los seres humanos y, por lo tanto, sin importar cuantas veces tratemos de que todo lo que hagamos o nos acontezca sea perfecto o bueno, en algún punto todo puedo salir mal.
Les contaré una anécdota de alguien que probó (como todos nosotros) algunos de los sinsabores que ofrece la vida.
Carla es una típica joven de 26 años que reside en la región sur de América latina. Ella fielmente asiste a su iglesia, enseña en la escuela dominical de niños, estudió educación inicial y obtuvo un trabajo de medio tiempo en su área de estudio. No obstante, a Carla siempre se le dijo que si estudiaba y trabajaba arduamente podría alcanzar la estabilidad de la que todos hablan y desean. Ella siguió el consejo y comenzó a trabajar con la esperanza de ver el cumplimiento de lo que se le había dicho. Sin embargo, la situación económica de algunos países actualmente es algo negativa y complicada para sus habitantes. Cosa que prontamente alcanzó a esta chica. Escuchaba a sus colegas, vecinos e inclusive familiares decir: “Aquí no hay futuro”, “El dinero es una miseria, no alcanza para nada”, “el que se quede en este país, se morirá de hambre”, “la única solución es salir y experimentar fuera”.
Ante tales comentarios que resonaban en sus oídos, y viendo ella misma que su situación se asemejaba a lo que decían, su corazón comenzó a angustiarse a tal punto que su alegre y jovial animo era solo un recuerdo; el estrés acarreado por su preocupación influyó hasta en su cuerpo, el cual iba reduciendo en peso rápidamente. Desesperada y sin fuerzas acudió a un líder de su iglesia y le explicó su situación y su deseo de huir lo más veloz a un nuevo horizonte. Su líder le dijo: nadie está obligado a estar o irse de un lugar. Ante las situaciones adversas que vivimos diariamente, la única salida es confiar y buscar la dirección de Dios sin dejar que la vista o sentimientos dicten qué hacer.
Carla, un poco cabizbaja, regresó a su casa algo decepcionada; ella esperaba que le dieran la razón o una profecía, una solución magnífica a todo lo que le aquejaba empero, decidió obedecer al consejo de su líder. Reflexionando en su habitación le dijo a Dios que le mostrará qué era exactamente lo que la tenía tan mal. De una forma simple pero convincente vino a su mente una sola palabra: Paz. Ella, por misericordia de Dios, no le hacía falta nada; si bien ya no podía darse los lujos de comer fuera todas las noches o comprar desmedidamente, no había día en el que se acostará sin cenar o que no tuviese que vestir.
Un domingo, mientras escuchaba la predica, el pastor dijo: ¿Dónde está mi fe si cuando hay pruebas y momentos difíciles hago mi voluntad y no busco la dirección de Dios?, Mi alegría no viene del dinero que tengo en el banco; mi seguridad no proviene de cuantas posesiones tengo. Mi gozo, paz y estabilidad vienen de obedecer a Dios y confiar en que Él no me dejará solo y que ésta vida no es mi esperanza. Mi esperanza es ser fiel para alcanzar la vida eterna.
Puede que muchos se identifiquen con historias similares a la de Carla. Buscan el sentido en la vida o alcanzar las metas personales propuestas, lo que no está mal. Mas déjame decirte querido lector, todo en la vida es pasajero y algún día tendremos que partir de esta tierra. Lo que hayamos hecho o no, quedará aquí y Dios mismo pedirá cuentas de una sola cosa: ¿decidiste vivir a tu manera? o ¿decidiste entender que no eras perfecto y me seguiste?
La paz que experimenta el cristiano no es porque no tenga problemas, es porque sabe que los problemas no duran para siempre, que Dios le acompaña y cuando parta de este mundo la vida perfecta en Dios será la recompensa.
¡Hoy te animo a vivir en paz, y entregarle el control de tu vida a Dios!
Escrito por Raquel Roa para www.conectadosconcristo.com