TEXTO BÍBLICO

“Pido también que entiendan bien el gran poder con que Dios nos ayuda en todo. El poder de Dios no tiene límites; con ese mismo poder. Dios resucitó a Cristo y le dio un lugar en el cielo, a la derecha de su trono; con ese mismo poder, Dios le dio a Cristo dominio sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad, y sobre todo lo que existe en este mundo y en el nuevo mundo que vendrá. Dios puso todas las cosas bajo el poder de Cristo, y lo nombró jefe de la iglesia. Cristo es, para la iglesia, lo que la cabeza es para el cuerpo. Con Cristo, que todo lo llena, la iglesia queda completa.”

 (Efesios 1:19-23 TLA)

REFLEXIÓN

Vivimos en un mundo caído. Salimos de nuestros hogares en la mañana y no tenemos la certeza de que regresaremos al final del día. La inseguridad se ha intensificado al máximo. La sensación de peligro es constante y como dice la Palabra, el enemigo ronda como león rugiente buscando a quien devorar.

Por lo anterior, es necesario no salir desarmados de la casa. No me mal entiendan, no me refiero a armas naturales, sino a las espirituales que tenemos a disposición. Orar y revestirnos del poder y autoridad que se nos ha otorgado por medio de Jesucristo, es fundamental para mitigar los riesgos a los que nos exponemos a diario.

El poder de Dios es incomparable a favor de sus hijos. Si apelamos a su protección, el Señor no escatimará esfuerzo alguno para mantenernos a salvo de los dardos que el enemigo pueda lanzar con el objetivo de hacernos daño. Creer en su verdad, ser obedientes y mantener una comunicación fluida con Dios, es requisito fundamental para que nuestras oraciones trasciendan y lleguen a ser escuchadas. El mal se siente incomodado con la luz que se produce al tener a Jesús como nuestra prioridad; si eres determinante en hacerlo, aunque te aceche, jamás logrará alcanzarte.

Alabanza sugerida:

Canción: Dios incomparable – Marco Barrientos

Ver video aquí: https://www.youtube.com/watch?v=GA69Q-aTlVc

 

OREMOS

Amado Dios clamo a ti por mi protección y la de mi familia. Envía un ejército de ángeles a escoltarnos a dónde nos dirijamos. No permitas que el mal nos alcance. Haz que prevalezca el bien en cada una de nuestras acciones. Bendícenos con tu discernimiento y revístenos del poder y la autoridad que tu sangre derramada en la cruz nos ha otorgado, para librar la batalla por la vida y ser llamados vencedores. En el nombre de Jesús y bajo la unción de tu Santo Espíritu, amén.