Hace un tiempo, sirviendo en la iglesia, haciendo lo que más me gustaba, realmente me encanta servir a Dios, pero en ese momento sentía que no podía dar más, me sentía agotada, no físicamente era diferente, quería detenerme pero mi amor por Cristo y la obra no me lo permitía, no podía evitar sentirme exprimida.
Me había quedado sin fuerzas, pero… ¿Por qué? Tomó tiempo mirar a mi alrededor y ver que la mayoría estábamos así, todos estábamos usando nuestra carne para obtener lo necesario para caminar en la senda de Cristo, nos habíamos desconectado de aquel que nos daba esa energía inagotable.
«De Cristo os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído.»
(Gálatas 5:4 LBLA)
Lo que Cristo hizo en la cruz es suficiente, no necesitamos nada más, no necesitamos de nuestras fuerzas para cumplir con la ley que Dios mismo nos ha dado, nos ha provisto de lo necesario para poder caminar sus sendas, todo gracias a Él.
Entonces me di cuenta que estaba tratando de vivir en la carne, procurando cumplir la ley de Dios, pensando que por trabajar fuerte y duro conseguiría que Dios me amara más o tendría su atención en mi, que equivocada estaba; y como si fuera poco me aseguraba que aquellos que me rodeaban lo hicieran también. Estaba abandonando la doctrina de Cristo, olvidando esta parte importante «…porque separados de mí nada podéis hacer.» S.Juan 15:5 RVR1960
Buscaba agradar a Dios en todo. Pero no notaba que Él ya estaba agradado de mi. Todo lo que necesitamos es estar conectados con Cristo todos los días de nuestras vidas, entender que nuestra batería, fuerza, energía, esfuerzo y todo lo que puedas pensar están en Cristo, al ser hijos de Dios, Él nos dotó de todo lo necesario, estamos completos en Él.
Cuando menos pensemos vamos hacer las cosas por agradecimiento y las fuerzas no se acabaran.
Escrito por Nina Gutiérrez para conectadosconcristo.com