“La mujer ejemplar es corona de su esposo”

(Proverbios 12:4 NVI)

 Hermosa mujer, ejemplo de vida, guerrera, con principios sólidos, fortalecidos en el amor, entrega incondicional y de una humildad incalculable. Hoy quisiera honrar a quien fue elegida por Dios mismo, para ser mi mamá y quien ha sacrificado y dado todo por mi bienestar durante mis treinta y siete años de vida.

Ana Rosa Sarmiento Acelas, dueña de una tés pálida, bella sonrisa y un corazón lleno de amor para ofrecer a todo aquel que tenga el placer de conocerla. Son cuarenta años casada con mi papá, es ejemplo de berraquera, lealtad, fidelidad y abnegación total para con su familia, de allí que su matrimonio, a pesar de los altibajos que hayan tenido que pasar, ha sobrevivido a las duras tormentas, para confirmar a quienes no creen que en el amor todo se puede y que vale la pena luchar de la mano del ser amado por mantener la unidad familiar.

Para mí, es un orgullo que después de tantos años, se profesen sin avergonzarse, profundo amor al agarrarse la mano, darse un tierno beso o abrazarse el uno al otro, ansiosos de encontrar seguridad, paz y tranquilidad. Desde que tengo uso de razón, he sido testigo de su preocupación por el bienestar de las demás personas, sus esfuerzos por atender a su familia día y noche, sin esperar nada a cambio; dan fruto al ver que sus hijos caminan por los senderos de la justicia y del éxito, es digna de confianza y quien la conoce, se ha enamorado de su capacidad de servir siempre con amabilidad y generosidad.

Me siento agradecida con Dios, por tener el privilegio de ser su hija, porque lo que soy como mamá y esposa se lo debo a su buen ejemplo. Cada vez que debo levantarme en la madrugada para atender mi propio hogar, cuando salgo de mi casa a trabajar y regreso después de una larga jornada laboral y debo tomar aliento para seguir cumpliendo mis obligaciones dentro del seno familiar en obediencia a Dios, la valoro mucho más, porque a mi mente llegan los recuerdos de mi niñez y adolescencia en los que ella, en medio de su cansancio, nos ofrecía su amor y se estrellaba literalmente con una hija egoísta que con su actitud arrogante, minimizaba su dedicación y constancia.

He sido necia para escuchar sus buenos y sabios consejos, orientados siempre a alcanzar mi felicidad, pero lamentablemente no siempre los he recibido de buena manera, lo que ha traído consecuencias y fracasos a mi vida.

Es doloroso confesar que ésta mujer digna de admirar, ha sido víctima de mi insensibilidad, indiferencia y duros tratos, a pesar de que le debo, además de mi vida, lo que hoy soy como mujer.

Antes de ser cristiana la atacaba y juzgaba implacablemente, no valoraba su esfuerzo por cuidarnos. Después de Cristo, no puedo afirmar que soy modelo de perfección que todos esperarían que fuera, pero en mi interior tengo el anhelo de mejorar mi relación con ella, a tal punto de poderle demostrar cuanto la amo y la necesito, para que ella pueda experimentar a través de mí, el amor que Cristo le tiene también a ella. Fallo una y otra vez en mis intentos por lograrlo, pero cada día que puedo tenerla a mi lado, lo veo como una oportunidad que el Señor me da para devolverle con creces todo lo que ella ha hecho por mí.

Mis emociones me han traicionado, he fallado, la he hecho entristecer de muchas maneras, pero soy lo que soy, porque ella no se ha dado por vencida, porque le ha cumplido a Dios al criar hijos temerosos de Él.

Le ruego al Dios del cielo, una oportunidad para convertirme en la mamá que mis hijas se merecen, que pueda llevar las riendas de mi hogar fundamentado en Cristo, tal como mi mamita me lo enseñó.

Entendí, que para ser excelente mamá, debo ser la mejor de las hijas, que mis princesas necesitan ver en mí el buen ejemplo que marcará su futuro dentro de sus propios hogares cuando se llegue el momento y que si quiero que ellas me respeten, me amen, me valoren y crean en el poder del Dios que tanto predico, debo hacer lo que me corresponde con la mía.

Elevé una oración desde mi corazón, para que Dios me concediera verlas crecer, triunfar y ser felices, y Él como SIEMPRE lo hace, me respondió contundentemente, que para ver cumplido ese deseo, debía cederle el control de mi vida en todos los sentidos, y cumplir éste mandato:

Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el señor tu Dios.

(Deuteronomio 5:16 NVI)

 Sí, Ana Rosa Sarmiento Acelas, se merece el premio nobel a la mejor mamá del mundo, porque cumple con todos los requisitos. Alabo sus obras de una mujer digna de honra  me siento feliz, orgullosa y supremamente agradecida, porque Dios, eligió lo mejor de su jardín para cumplir la misión de guiarme en éste mundo, Gracias mamita linda por tu perseverancia y actitud triunfadora frente a la adversidad.

 

“TE AMO CON TODO MI CORAZÓN”

 

 «Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas.»

(Proverbios 31:29 NVI)

 

Escrito para www.conectadosconcristo.com