¿Has considerado que en algunas ocasiones Dios te provoca y te desafía? Como creyentes tenemos la oportunidad de servir al Señor de múltiples formas, algunas relacionadas con el quehacer de la iglesia, relacionadas de alguna forma con la iglesia, o incluso sin ninguna relación con nuestras iglesias.
En el caso de mi esposa y yo, servimos en nuestra iglesia como consejeros, apoyamos acciones relacionadas con lo consagrado en los evangelios y tenemos el privilegio de servir al Señor en una pequeña fundación que trabaja con niños y con sus familias. Aunque cada una de ellas tiene matices diferentes, tienen una sola base, la cual es llevar el mensaje del Reino a tantas personas como sea posible.
En cada una de ellas reconocemos que Cristo y el evangelio tienen un papel fundamental, ya sea por obediencia a lo que nuestro Dios nos pide, o porque nos ha llevado a ser provocados y desafiados para movernos de diversas formas.
En nuestra vida como casados y como parte del pueblo de Dios, Él nos ha llevado a ver la pasión, la dedicación y la entrega de muchas personas que han aceptado el desafío de servirle, han obedecido a Su voz y han permitido que Dios les provoque. Así, hemos tenido la oportunidad de ver como pastores, líderes, discípulos, y hasta aquellos que no caben en estas categorías, se mueven más allá de lo que una organización dicta o espera de ellos.
Más allá de cualquier expectativa humana, el propósito de Dios para nuestra vida jamás cabrá en nuestra mente (incluso la forma en la cual nos provoca desafía), sin embargo el camino que recorremos junto a Él nos permite reconocer paulatinamente lo que ha preparado para nosotros, aunque en ocasiones ese camino puede variar o tener bifurcaciones.
La Biblia enseña en el libro de Isaías:
“Mis pensamientos no son como los de ustedes, ni tampoco mi manera de obrar. Porque así como el cielo está tan arriba de la tierra, de igual manera mi manera de obrar es tan diferente a la de ustedes. Mis pensamientos son más altos que los suyos.”
(Isaías 55:8-9 – PDT)
Creemos conocer el destino de nuestras vidas, y hasta cierto punto ese nivel de certeza en lo que Dios promete, y que está contenido en la Biblia, nos lleva acrecentar nuestra fe, sin embargo Dios es soberano para saber en qué momento debe desafiarnos o provocarnos para iniciar con algo nuevo, o mejorar aquello en lo cual ya hemos avanzado.
Sin embargo muchos pasan su vida cristiana esperando una revelación divina (además de definitiva), en la cual el cielo truene y la voz de Dios descienda para informarles cuál es su destino o propósito, humanizando la forma en la cual decide sobre nuestras vidas; pero aunque así fuera no podríamos ni siquiera cavilar o comprender todo lo que el Padre tiene para nosotros.
Lo que si podemos hacer es movernos de forma natural, en medio de lo espiritual, y hacer lo que Dios nos pide como parte de lo cotidiano: orar, leer la Palabra, meditar en ella, ayunar, y cumplir con los mandamientos contenidos en la Escritura.
Así las cosas, encontrar el propósito en nuestra vida atravesará por hacer lo general (lo del párrafo anterior), para lograr conocer lo específico; y en ese mismo camino Dios te provocará, te desafiará y te invitará a pensar “[…] en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso.” (Filipenses 4:8 – PDT)
Acepta la provocación de Dios, acepta sus desafíos, porque Él te dará lo necesario para afrontar cada reto, te equipará con todo lo necesario, e incluso permitirá que te sientas débil en medio de esas cosas (y te humilles delante del Padre), para que Él se glorifique, y tú seas exaltado en su momento y conforme a Su voluntad.
Jesús se expresó sobre sí mismo de la siguiente forma, y añadió algo para nosotros:
“Tampoco dejen que les llamen “líder”, pues ustedes solamente tienen un Líder, quien es el Mesías. El más importante entre ustedes será el que les sirva, porque el que se crea más que los demás será humillado, y el que se humille será hecho importante.”
(Mateo 23:10-12 – PDT)
Es Dios quién traza nuestro camino, y es Cristo siempre nuestro referente para actuar, movernos, pensar y decidir.
¡Permite que Dios te provoque y acepta sus desafíos!
¡Hoy te bendigo!
Escrito por Jonathan González (achristian_walk) para www.conectadosconcristo.com