Texto Bíblico

Levítico 14: 33- 57 (NVI)

Purificación de casas infectadas

“33 El SEÑOR les dijo a Moisés y a Aarón: 34 «Si al entrar ustedes en la tierra de Canaán, la cual les doy en propiedad, yo pongo moho infeccioso en alguna de sus casas, 35 el dueño de la casa deberá decirle al sacerdote: “En mi casa ha aparecido una especie de moho.” 36 Entonces el sacerdote, antes de entrar para examinar el moho, mandará que desocupen la casa para que no se contamine todo lo que haya en ella. Hecho esto, el sacerdote entrará a examinarla. 37 Si el moho de las paredes forma cavidades verduscas o rojizas que parezcan hundirse en la pared, 38 el sacerdote saldrá de la casa y la clausurará durante siete días. 39 Al séptimo día regresará y la examinará. Si el moho se ha extendido por las paredes de la casa, 40 mandará quitar las piedras mohosas y tirarlas fuera de la ciudad, en un lugar impuro. 41 También mandará raspar todo el interior de la casa, y el material raspado lo arrojará fuera de la ciudad, en un lugar impuro. 42 Después se repondrán las antiguas piedras con otras nuevas, y se resanará la casa con estuco nuevo. 43 »Si después de haber quitado las piedras infectadas y de haber raspado y resanado la casa, vuelve a aparecer el moho y se extiende por toda ella, 44 el sacerdote irá a examinarla. Si el moho se ha extendido por toda la casa, se trata de moho corrosivo. Por lo tanto, la casa es impura 45 y deberán demolerla y arrojar, en un lugar impuro fuera de la ciudad, las piedras, el maderamen y el estuco. 46 »Cualquiera que entre en la casa mientras esté clausurada quedará impuro hasta el anochecer, 47 y todo el que duerma o coma en dicha casa deberá lavarse la ropa. 48 »Si después de haber sido resanada la casa, el sacerdote la examina y el moho no se ha extendido, la declarará pura, porque la infección ha desaparecido. 49 »Para purificar la casa, el sacerdote deberá tomar dos aves, pedazos de madera de cedro, ramas de hisopo y un paño escarlata. 50 Degollará una de las aves sobre una vasija de barro llena de agua de manantial; 51 tomará la madera de cedro, las ramas de hisopo, el paño escarlata y la otra ave viva, y mojará todo esto en la sangre del ave degollada y en el agua de manantial. 52 Luego rociará la casa siete veces, y así la purificará con la sangre del ave, con el agua de manantial y con el ave viva, la madera de cedro, las ramas de hisopo y el paño escarlata. 53 Soltará entonces el ave viva a campo abierto. Así hará propiciación por la casa, y ésta quedará pura. 54 »Ésta es la ley respecto a cualquier tipo de infección cutánea o de tiña, 55 o de moho, ya sea en la ropa o en una casa, 56 o de inflamación, o erupción o mancha blancuzca 57 para así poder enseñar al pueblo cuándo algo es puro o impuro. Ésta es la ley respecto a las infecciones.»”

Reflexión

Purificando nuestro Hogar

Dios te ha concedido la gran bendición de tener una familia y aunque seguramente no es perfecta, ésta no fue escogida al azar, fue Él mismo quien eligió para ti quienes iban a conformar el seno de tu hogar.

Que bueno es vivir en armonía, respetándonos, instruyendo a nuestros hijos en el conocimiento de la Palabra, dando testimonio de lo que somos al interior de nuestras casas, antes de salir a servir y dar ejemplo en nuestros trabajos, iglesias o la sociedad en general.

Existen personas que aparentan ser fuentes de amor y paz de puertas para afuera, pero que actúan de una manera muy distinta y hasta dañina de puertas para adentro. Su tono de voz fuerte, sus palabras soeces y sus acciones rudas cargadas de violencia, generan tensión y pesadumbre en las casas, como un moho corrosivo que contamina las relaciones entre esposos, padres e hijos y entre hermanos. Exigimos respeto, pero se nos dificulta darlo. Creemos que nuestros hijos y esposo(a), deben obedecer nuestras ordenes como si fuéramos un general en el campo de batalla, dando órdenes a sus soldados, quienes sumisos deben responder como si no tuvieran voluntad, siempre dando un sí a todo lo que digas, aunque no estén de acuerdo, solo para evitar una “guerra sangrienta” o “el fuego amigo” entre los seres queridos.

No vives con tus enemigos, ellos son el tesoro más preciado que posees. Son tu apoyo, tu respaldo y necesitan de ti, no tu dinero, tu posición social o cualquier cosa material, sino tu amor incondicional y sin medida, tiempo de calidad para poder expresarte cuán grande es su compromiso para contigo, tus ideales y proyectos.

Haz un alto en el camino, aleja de ti la ruina de perder tus bendiciones, raspa las paredes de tu hogar para retirar la suciedad que se ha impregnado en cada rincón a causa de tu necedad, limpia, recoge, las lágrimas, la angustia, los problemas, los gritos, los malos tratos, los golpes, los insultos, las humillaciones, y échalas fuera en el nombre de Jesús. No invites más al diablo a entrar a tu casa, y por el contrario invita a Dios a permanecer en ella en toda circunstancia. Construye algo nuevo, que traiga la paz que sobrepasa todo entendimiento a tu corazón, no olvides, que no hay familias perfectas, sino dispuestas a luchar en unidad por alcanzar los objetivos en común que se hayan trazado desde el principio.

 

Oremos

Padre amado, bendigo en tu santo nombre mi hogar. Me has concedido la bendición de ser esposo(a), hijo(a), hermano(a), y quiero honrarte con un comportamiento digno de un hijo de Dios, al interior y afuera de mi hogar. Quisiera que en unidad y en amor, logremos alcanzar todos nuestros sueños y así, poder ser de bendición para otras familias de tu mano poderosa. Señor, no somos perfectos, tenemos dificultades y diferencias, pero te las entregamos a ti, para que dirimas en tu sabiduría todo conflicto que haya entre nosotros. Te amamos y eres el invitado especial en nuestra casa desde ahora y para siempre. En el nombre de tu amado hijo Jesús, amén y amén.