TEXTO BÍBLICO
Salmos 74
Masquilde Asaf.
“74 ¿Por qué, oh Dios,
nos has rechazado para siempre?
¿Por qué se ha encendido tu ira
contra las ovejas de tu prado?
2 Acuérdate del pueblo que adquiriste
desde tiempos antiguos,
de la tribu que redimiste
para que fuera tu posesión.
Acuérdate de este monte Sión,
que es donde tú habitas.
3 Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas;
¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo!
4 Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas
y plantan sus banderas en señal de victoria.
5 Parecen leñadores en el bosque,
talando árboles con sus hachas.
6 Con sus hachas y martillos
destrozaron todos los adornos de madera.
7 Prendieron fuego a tu santuario;
profanaron el lugar donde habitas.
8 En su corazón dijeron: «¡Los haremos polvo!»,
y quemaron en el país todos tus santuarios.
9 Ya no vemos ondear nuestras banderas;
ya no hay ningún profeta,
y ni siquiera sabemos
hasta cuándo durará todo esto.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario?
¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo?
11 ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha?
¿Por qué te quedas cruzado de brazos?
12 Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos;
tú traes salvación sobre la tierra.
13 Tú dividiste el mar con tu poder;
les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.
14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán
y lo diste por comida a las jaurías del desierto.
15 Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos;
secaste ríos de inagotables corrientes.
16 Tuyo es el día, tuya también la noche;
tú estableciste la luna y el sol;
17 trazaste los límites de la tierra,
y creaste el verano y el invierno.
18 Recuerda, Señor, que tu enemigo se burla,
y que un pueblo insensato ofende tu nombre.
19 No entregues a las fieras
la vida de tu tórtola;
no te olvides, ni ahora ni nunca,
de la vida de tus pobres.
20 Toma en cuenta tu pacto,
pues en todos los rincones del país
abunda la violencia.
21 Que no vuelva humillado el oprimido;
que alaben tu nombre el pobre y el necesitado.
22 Levántate, oh Dios, y defiende tu causa;
recuerda que a todas horas te ofenden los necios.
23 No pases por alto el griterío de tus adversarios,
el creciente tumulto de tus enemigos.”
REFLEXIÓN
¿Qué estás esperando?
No nos hemos portado bien y pretendemos que el Señor derrame bendiciones todo el tiempo sobre nosotros, aún cuando hemos sido desobedientes y no nos esforzamos por desarrollar hábitos espirituales sanos que nos beneficien únicamente a nosotros. Orar, ayunar, leer la palabra de Dios, congregarnos en una Iglesia de sana doctrina; cambiar nuestro estilo de vida entregado a las pasiones del mundo (rumba, trago, sexo sin condiciones y sin compromiso, etc); vivir lejos de nuestro Dios, porque lo usamos….¡sí! lo usamos, lo buscamos únicamente cuando tenemos problemas, pero cuando todo va bien, lo rechazamos y lo relegamos a un segundo y olvidado plano de nuestra existencia.
Dios no se olvida de nosotros, pero es todo un caballero. Observa detenidamente nuestro trasegar por ésta tierra, vigila nuestras decisiones y en ocasiones de manera imperceptible nos salva de las consecuencias de aquellas que hemos tomado por fuera de su voluntad.
Igualmente, escuchamos a otros atacar el nombre de nuestro Dios y nos quedamos callados. Si bien es cierto, Dios puede defenderse a sí mismo; negarlo a Él, siendo creyentes, es negarnos a nosotros mismos. Es momento de prepararnos, de entrenarnos en el estudio de la palabra de Dios, para dar una defensa con argumentos sabios, firmes y claros, acerca de nuestra fe.
¡No más pasividad!, el tiempo es corto y no podemos desperdiciarlo, porque es un tesoro que no podemos recuperar una vez lo dejamos pasar. Reorganiza tus prioridades, disfruta la vida, capacítate, instrúyete en cosas que edifiquen tu alma y corazón, honra a Dios que es el dueño de lo que tienes y lo que aún no posees; lucha por tus sueños, tus proyectos, tu familia, por tu servicio y tu crecimiento espiritual… ¿Qué estás esperando? ¡Levántate, es tiempo!
Alabanza sugerida
Canción: Aun en medio del dolor – Hillsong United
Ver video Aquí: http://bit.ly/2pAlkwR
OREMOS
Señor, me has dicho qué debo hacer y yo, te he hecho a un lado dejándote en el último lugar de mis prioridades. Te pido perdón por mi necedad, por aferrarme a las mentiras del mundo y cerrar mis oídos a tu voz. Dame la convicción de defender mi fe a través de un testimonio real de lo que tú puedes hacer en la vida de quienes te siguen con honestidad de corazón. Señor úsame, para tu servicio. Llena mi corazón de tu paz y muéstrame tu propósito para conmigo. Te amo y te necesito, en el nombre de Jesús, amén.