TEXTO BÍBLICO
«Tú eres para mí la roca que me da refugio;
¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder.
¡Tú eres mi más alto escondite!».
(Salmo 18:2 TLA)
REFLEXIÓN
El título de este devocional es interesante, es una pregunta cuya respuesta demuestra la calidad de nuestra relación con el Señor. Si te tomas un minuto para reflexionar al respecto, podrás deducir su importancia, para el cumplimiento de tus propósitos y metas de vida.
Desde que conocí a Jesús, he podido experimentar su intervención en cada situación complicada que he tenido que enfrentar. Han habido momentos de oraciones no respondidas; de silencio total por parte de Él; de apatía espiritual al punto de no querer orar, leer la Biblia o congregarme; pero contrario a lo que pudiera esperar, como consecuencia, la misericordia y amor de Él hacia mí y mi familia, SIEMPRE han sido evidentes.
En el proceso de fortalecer mi relación con Él, he aprendido lo siguiente:
- En lo que respecta a las oraciones no respondidas, pienso que si las motivaciones de nuestro corazón son equivocadas y nos presentamos ante Él con las actitudes incorrectas, nuestras peticiones no trascienden del techo de nuestra habitación. Adicionalmente, si en vez de tener una conversación en doble vía, ejecutamos un monólogo repetitivo y sin sentido en el que nos centramos en pedir y pedir sin dar gracias por lo ya concedido o en quejarnos por lo que no tenemos y creemos merecer, esa oración será vacía.
Lo anterior, nos lleva a concluir que para que nuestra oración sea efectiva se requiere cumplir con los siguientes requisitos: estar en paz con el Señor, pidiéndole perdón por aquellas cosas con las que sabemos le hemos ofendido; entregarle nuestras cargas con humildad y dejar de lado las emociones negativas; utilizar las palabras adecuadas mostrando respeto; ser agradecidos por TODO; dejar la queja a un lado y pedir lo que necesitamos procurando estar alineados a su voluntad.
- En lo relacionado con sufrir de apatía espiritual, no querer orar, leer la biblia o congregarse, es notorio que el enemigo busca destruirnos, sembrando en nuestra mente pensamientos tales como “conectarse con las cosas de Dios no sirve o si no nos responde es porque no le importamos”. Otra idea errada de este tema es pensar que Dios nos necesita y no nosotros a Él y que al descuidar nuestras disciplinas espirituales le haremos sentir nuestra frustración; lo anterior es absurdo, teniendo en cuenta que somos nosotros quienes no podremos hacer nada lejos de nuestro creador; que somos producto de su amor; que existimos porque así Él lo ha decidido y que le importamos tanto que nos está esperando con ansias en la eternidad.
Es normal sentir frustración y que al dejarnos dominar por nuestras emociones optemos por evitar todo lo que exponga nuestras debilidades; no obstante, cuando esto nos suceda es cuando más debemos insistir en buscar al Señor y elegir llenar nuestra mente y corazón con cosas positivas. Lee un libro cristiano que te edifique; escucha las canciones de alabanza que más te gusten; sé creativo al tener tus encuentros diarios con Dios; abre tu corazón y cuéntale sobre lo que te molesta, permitiéndole al Espíritu Santo guiarte, dejando el orgullo atrás.
Son muchas las pruebas superadas y los tiempos de sequía espiritual que he tenido, pero al preguntarme quién es Dios para mí, puedo decirles con total convicción que lo es TODO. Es mi refugio seguro, mi amor eterno, mi protector, me ha salvado no una sino muchas veces del mal y cuando he querido aislarme del mundo, me ha acompañado en mis instantes de soledad para hacerlos más llevaderos.
Este devocional es la manera que tengo de honrarlo por su persistencia conmigo y de decirle gracias por no apartarse, aunque he querido huir lejos y en camino contrario al que Él me ha trazado. ¡Dios es fiel!
Alabanza sugerida
Canción: Por Amor – Su Presencia
Ver video aquí: https://youtu.be/Qd5pEqSSmFo
OREMOS
Señor, perdón por ofenderte y fallarte tanto. Reconozco mi necedad al no hacer lo que me has llamado a hacer por rebeldía. Te necesito como el aire que respiro. Te entrego (cuéntale sobre lo que hoy te inquieta) obra a mi favor y dame paz. Hoy decido alinear mis pensamientos y mi corazón a tus anhelos y sueños para mi vida. Eres mi amor eterno y en el nombre de Jesús, tu hijo amado clamo. Amén y amén.