TEXTO BÍBLICO

Proverbios 1: 20-33 (NVI)

Advertencia contra el rechazo a la sabiduría

“20 Clama la sabiduría en las calles;
en los lugares públicos levanta su voz.
21 Clama en las esquinas de calles transitadas;
a la entrada de la ciudad razona:

22 «¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos,
seguirán aferrados a su inexperiencia?
¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes,
se complacerán en su insolencia?
¿Hasta cuándo, ustedes los necios,
aborrecerán el conocimiento?
23 Respondan a mis reprensiones,
y yo les abriré mi corazón;[c]
les daré a conocer mis pensamientos.
24 Como ustedes no me atendieron cuando los llamé,
ni me hicieron caso cuando les tendí la mano,
25 sino que rechazaron todos mis consejos
y no acataron mis reprensiones,
26 ahora yo me burlaré de ustedes
cuando caigan en desgracia.
Yo seré quien se ría de ustedes
cuando les sobrevenga el miedo,
27 cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta
y la desgracia los arrastre como un torbellino.

28 »Entonces me llamarán, pero no les responderé;
me buscarán, pero no me encontrarán.
29 Por cuanto aborrecieron el conocimiento
y no quisieron temer al Señor;
30 por cuanto no siguieron mis consejos,
sino que rechazaron mis reprensiones,
31 cosecharán el fruto de su conducta,
se hartarán con sus propias intrigas;
32 ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán,
su complacencia y necedad los aniquilarán!
33 Pero el que me obedezca vivirá tranquilo,
sosegado y sin temor del mal».”

REFLEXIÓN

Mi rechazo es la muerte

El Señor nos habla de muchas formas; lo hace a través de los pasajes bíblicos y la reflexión que estudiamos a diario, por medio de personas que usa para darnos desprevenidamente un mensaje específico, a través de nuestros líderes y pastores, en nuestros tiempos de oración o lo hace Él directamente, en nuestra mente o nuestro corazón cuando decida que así debe hacerse. Es su Santo Espíritu el que nos da instrucciones, nos exhorta a la obediencia y nos conduce por caminos rectos y justos, que no sólo nos benefician, sino que le dan honor a nuestro Dios, con nuestras decisiones acertadas y acciones sabias.

Ya no hay excusa para no leer la Biblia. La encontramos a un clic de distancia, en digital o impresa, en cientos de idiomas y varias versiones, pero en ocasiones nos aferramos a la ignorancia espiritual, a la insolencia y la necedad constante que gobiernan nuestras emociones.

Dios nos da a conocer sus pensamientos pero insistimos en ignorarlos, como quien guarda una carta en un cajón de su escritorio; nos burlamos abiertamente de sus consejos, llama a la puerta y simplemente damos la vuelta y seguimos errantes y sin un rumbo fijo, sin atender a ese llamado, sin un propósito claro y creyendo, que aún tenemos tiempo, para vivir a nuestro antojo, sin dirección y sin presencia su presencia.

Nuestro orgullo y arrogancia para con las cosas de Dios, nos llevarán a nuestra propia destrucción. Llegará el día en el que Él se canse de nuestra actitud y no insista más; nos dará una cucharada de nuestra propia medicina y tendremos que cosechar el fruto de nuestra conducta indiferente y despreciable.

No tenemos la seguridad de cuántos años viviremos, seremos llamados a su presencia y allí rendiremos cuentas de lo que hicimos y lo que no; por esto, debemos estar listos y dejar atrás ese pasado que nos atormenta, experimentar un cambio genuino en nuestro estilo de vida, darle paso a una existencia en paz, sin temor constante y con total convencimiento de hacer las cosas correctas delante de nuestro hacedor; nos espera una vida eterna y a eso debemos apostarle, la obediencia es la llave para entrar.

Alabanza sugerida

Canción: Justo a tiempo – Funky

Ver video aquí: http://bit.ly/2nYoGLw

OREMOS

Señor, llegaste a mi vida para cambiar mi historia. ¿En dónde estaría yo si te hubiera ignorado cuando estaba al borde del abismo, listo(a) para saltar? Llegaste en el momento justo, cuando ya no tenía oportunidad alguna, para darme paz y libertad. Te rechacé, te ignoré y nada de lo que hacía tenía sentido, sin embargo, me perdonaste, me redimiste y me libraste de una vida sin propósito. Gracias padre amado por tu misericordia, por amarme tanto, por no ignorarme como yo lo hice contigo tantas veces. Me entrego en este día a ti y decido alabarte y agradecerte con un corazón sincero, el que me hayas rescatado de las garras de la muerte. En el nombre de Jesús, amén.