Texto Bíblico

Éxodo 20: 14 NVI

“No cometas adulterio”

Reflexión

Resistirse a las tentaciones sexuales… ¡No! al adulterio, Séptimo mandamiento

El adulterio se define como la relación sexual voluntaria sostenida entre un hombre o una mujer casado(a) con otra persona diferente a su esposo(a). Es un ataque frontal a la institucionalidad proferida por Dios al vínculo matrimonial.

El adúltero es ingenuo, astuto y cruel, se deja guiar por sus emociones, no evalúa las circunstancias o las personas y se alimenta de las pasiones, más no por la verdad. Puede creer que jamás se sabrá lo que está haciendo, que quedará en lo secreto y completamente oculto, pero pensar de esa manera es una gran equivocación que puede costarle su integridad y su dignidad como ser humano.

Es tan grave éste pecado, que quien lo comete hallará vergüenza y su afrenta jamás será olvidada ni por Dios, ni por su familia.

Pueda que para la sociedad actual, no sea tan grave flirtear, coquetear ni mucho menos tener una aventurita con mi vecino, con mi compañero de trabajo, con un conocido o lo que es peor con un desconocido, que lo consideren algo normal para éste tiempo, pero para Dios, es una ofensa imperdonable y a Él sí que no se le puede engañar, ya que tiene sus ojos puestos en ti en todo momento y todo lugar.

Aquel que comete adulterio, ha cedido sus bendiciones a un ratico de placer, es vilmente engañado y su pecado lo llevará al abismo de la destrucción, de la derrota y la ruina espiritual. Perderá su autoridad frente a sus seres amados y será repudiado por el creador, que dentro de su plan divino estableció que lo que Él haya unido, un hombre jamás lo podrá separar.

Cualquiera que comete éste pecado, es enemigo de Dios. Es un pecado que va mucho más allá, puesto que se considera adúltero no solo a aquel que tiene contacto físico con otro(a), sino aquel que con su mente lo(a) codicia para su satisfacción sexual (pornografía y/o masturbación) como fuente de placer. Desear a alguien diferente, lo expreses abiertamente o no, es una total falta de respeto hacia tu conyugue y tendrás que sufrir las consecuencias de tu falta.

Nadie está exento de ser tentado, pero hemos sido provistos del dominio propio, para huir del pecado y resistir las artimañas del enemigo. Defender tu matrimonio, conservar tus bendiciones, mantener la paz y la unidad de tu hogar, permanecer bajo la voluntad del Señor, es cerrarle la puerta a la culpa y la vergüenza que conlleva faltar a los votos hechos frente a Dios en un altar.

Si has cometido adulterio, pídele perdón a Dios y a tu cónyuge, comprométete con ellos a no volver a cometerlo. Huye de lo inmoral y hónralos aún en la intimidad, evita coquetear, ver pornografía, tener fantasías sexuales que te lleven a sentirte atraído por otra persona.

Si eres el(la) esposo(a) engañado(a), y te ves expuesto(a) a tener que decidir si continuas o no casado(a), pon en una balanza si vale más ceder al orgullo y divorciarse o permitirle a Dios obrar de tal forma que tu matrimonio sea restaurado, con el esfuerzo y compromiso de los dos para lograrlo. Es importante que sepas que sea cual sea tu decisión, Dios te entiende, pero eso no borra el hecho de que Él en su infinita sabiduría aborrezca el divorcio y la disolución del vínculo que ha bendecido.

 

Oremos

Dios mío, evita que yo tenga que enfrentarme a una situación en la que pueda ceder a la tentación de fallarte a ti o a mi esposo(a). Dame el discernimiento, para evitar caer en el engaño del placer efímero y temporal y luchar por lo verdaderamente valioso en mi vida. Te entrego mi esposo(a), perfecciónate en el (ella) y déjame amarlo(a) como tu lo haces, pasando por alto sus defectos y resaltando sus virtudes cada día que permanezca a su lado. En el nombre de tu amado hijo Jesús, amén y amén.