“Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.”

(Mateo 10:8 RV60)

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

(Mateo 28:19-20 RV60)

Si estás en Cristo, fuiste llamado a hacer discípulos a todas las naciones; a cumplir la gran comisión que el Padre destinó para sus hijos. Esa es nuestra tarea: avanzar el reino, haciendo discípulos (si hay algo importante en esto es que debes haber sido un discípulo para hacer otros), sanando enfermos, trayendo liberación, siendo portadores de la resurrección de Cristo y manifestándola en nuestra vida y las demás vidas; dando de gracia, y guardando los mandamientos que Dios nos da todos los días. Tu pasado ya no importa, porque fuiste llamado y rescatado para grandeza.

Aun así, veo a muchos – y también fui parte de ese selecto grupo- de los jóvenes llamados decir: “¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.” Si eres un Jeremías: busca a Dios y cree lo que dice de ti, tal vez sea tu tiempo.

Ya hay muchos que tenemos claro el deber y buscamos no la unción sino al Ungido (Jesucristo) –secretamente- para ser manifestar el Reino desde nuestra casa y nuestra vida.

Cuando empezamos a avanzar el Reino pueden venir momentos de ataque, momentos de entorpecimiento, momentos en lo que no hay claridad, pero aun así el propósito no cambia. El mundo y la misma obra pueden desviar nuestra motivación del primer amor de agradar a nuestro Padre en todo momento, y qué más que avanzando su Reino. A esto voy:

“Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.”

(Mateo 10:14 RV60)

Podemos estar siendo tiznados con el polvo que se pega a nuestros pies, por el mundo o por cualquier otra cosa, pero está en nosotros sacudirnos ese polvo de los pies, ¡y seguir avanzando!

“y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.”

(Efesios 6:15 RV60)

Está en ti quitar el polvo del mundo, el polvo de algo que no es de parte de Dios, de tus pies para que el calzado del evangelio de la paz siga brillando.

Así que, sigue brillando para que otros te vean y se conviertan a Cristo, sigue en tu búsqueda de Dios para estar más cerca de Su Corazón, sigue llevando el evangelio en todo lo que haces… ¡y sigue avanzando!

“No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.”

(Gálatas 6:9 RV60)

Escrito por Catalina Tamayo para: www.conectadosconCristo.com