«Hubo un levita que tomó por esposa a una mujer de su propia tribu. 2 La mujer quedó embarazada y tuvo un hijo, y al verlo tan hermoso lo escondió durante tres meses. 3 Cuando ya no pudo seguir ocultándolo, preparó una cesta de papiro, la embadurnó con brea y asfalto y, poniendo en ella al niño, fue a dejar la cesta entre los juncos que había a la orilla del Nilo. 4 Pero la hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver qué pasaría con él. 5 En eso, la hija del faraón bajó a bañarse en el Nilo. Sus doncellas, mientras tanto, se paseaban por la orilla del río. De pronto la hija del faraón vio la cesta entre los juncos, y ordenó a una de sus esclavas que fuera por ella.6 Cuando la hija del faraón abrió la cesta y vio allí dentro un niño que lloraba, le tuvo compasión, pero aclaró que se trataba de un niño hebreo. 7 La hermana del niño preguntó entonces a la hija del faraón: —¿Quiere usted que vaya y llame a una nodriza hebrea, para que críe al niño por usted? 8 —Ve a llamarla —contestó. La muchacha fue y trajo a la madre del niño, 9 y la hija del faraón le dijo: —Llévate a este niño y críamelo. Yo te pagaré por hacerlo. Fue así como la madre del niño se lo llevó y lo crió. 10 Ya crecido el niño, se lo llevó a la hija del faraón, y ella lo adoptó como hijo suyo; además, le puso por nombre Moisés, pues dijo: «¡Yo lo saqué del río!»» Sobre las aguas de la desesperación El faraón había ordenado matar a los niños hebreos con el único objetivo de evitar que los Israelitas siguieran multiplicándose. Nace Moisés, fruto del amor entre un hombre y una mujer que se enamoran y contraen matrimonio para conformar un hogar en que la fe en Dios era el baluarte principal de vida de cada uno de ellos. Moisés era un bebé hermoso, agradable a los ojos del Señor como lo somos todos sus hijos. Imagino la angustia de su madre al pensar que su bebé podía ser asesinado y antes de que esto sucediera, se sacrificó colocando en manos del Señor su situación al dejar a su bebito a la deriva sobre las aguas, buscando que sucediera un milagro y su hijo tuviera la oportunidad de vivir para cumplir el plan y el propósito para el cual había llegado a éste mundo. Dios tiene el poder de cambiar las circunstancias difíciles en las que no encontramos salida alguna, por circunstancias positivas. Él nos da la gracia y utiliza inclusive personas que jamás imaginaríamos podrían ser de bendición, para liberarnos de lo que nos oprime y traer esperanza en medio de la desesperación que se siente cuando en nuestras fuerzas no encontramos solución a nuestros problemas. Cuando más vulnerables estamos, cuando sentimos que ya no tenemos fuerzas y desfallecemos en los intentos de avanzar e impotentes observamos cómo se nos desbarata la vida, es cuando más debemos depender de la misericordia de Dios. No sabemos cuánto tiempo tenemos que enfrentar esas pruebas, pero tenemos la seguridad que no estamos solos. Saber que somos parte de un plan divino, que nuestro papá no es cualquiera sino aquel que TODO lo creó, TODO lo puede, y es el dueño de TODO lo que existe, nos reconforta de tal manera que aviva en nosotros la pasión por hacer de nuestro mundo un lugar mejor. Depender completamente de Él, caminar por fe en terrenos pedregosos, entregarle nuestras cargas, hacer de la confianza en Dios nuestra arma letal contra los gigantes que a diario quieren destruirnos, es la clave para mantenernos en pie. Mientras Él moldea nuestro carácter en medio de la tormenta, nos cuida, suple nuestras necesidades y nos prepara como guerreros de su ejército, para que vencedores seamos salvados, redimidos y restaurados con el fin de exaltar su nombre con nuestro testimonio. Señor, gracias porque aún en medio de la oscuridad siento tu presencia. Eres un Dios maravilloso que a través de su misericordia, hace que me sienta amado(a) e importante para alguien. Padre amado, sé que tienes un propósito con lo que a diario enfrento y me pongo a tu servicio, para que al moldear mi corazón, hagas de mí una persona agradable a tus ojos, bendecida en todos los sentidos y portavoz de lo que eres capaz de hacer al traer luz y vida a un alma perdida y triste. Te amo y hoy me aferro a ti y a tu santa voluntad. En el nombre de tu amado hijo Jesús, Amén y amén.Texto Bíblico
Éxodo 2 (NVI)
Nacimiento de Moisés
Reflexión
Oremos