TEXTO BÍBLICO
“El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia haciendo honor a su nombre.
Aun si voy por valles tenebrosos, no temeré ningún mal porque tú estás a mi lado; tu vara y tu bastón me reconfortan”.
(Salmos 23 NVI)
REFLEXIÓN
Considero que no soy el mejor ejemplo a seguir, cuando de manejar el estrés y la ansiedad se trata. Llevo 18 años de haber conocido a Cristo, Él me ha demostrado que SIEMPRE puedo contar con su presencia, sobre todo en aquellas circunstancias caóticas; sin embargo, cuando aparecen las dificultades, suelo desesperarme a tal punto, que somatizo la preocupación en enfermedad.
Lo anterior, denota mi manera reactiva y necia de decirle al mundo… creo en Dios, sigo a Jesucristo, pero me gana la inmadurez espiritual por mi falta de dominio propio. Sí, que vaya a la iglesia todos los domingos, sea servidora y me congregue hace más de una década, no compra indulgencias con el cielo.
Es de sabios reconocer que fallamos. Analizar nuestras debilidades para implementar oportunidades de mejora que favorezcan el crecimiento y fortalezcan nuestra relación personal con Dios. Si creemos que somos santos y caminamos por la vida aparentando perfección, le quitamos la gloria y la honra a Dios en cada batalla ganada en nuestro nombre.
Tenemos un Dios dispuesto a conducirnos por sendas de justicia si así se lo permitimos. Obstaculizamos su obra en nosotros cuando en nuestras fuerzas creemos que podemos lograrlo todo, sacándolo de la ecuación. Es necesario tomarnos 10 segundos en medio de la tormenta para respirar profundo, ser consientes de lo que nos provoca estrés y ser estratégicos para gestionar nuestras emociones, entregándole a Él aquello que no podemos controlar.
Debemos comprometernos por nuestra fe y nuestra salud a creerle al Señor y a trabajar arduamente en ejercitar nuestro dominio propio, así nuestra mente, cuerpo y corazón nos lo agradecerán. Levantar nuestra voz para agradecer y no para quejarnos, asegura que las bendiciones no sean retrasadas por el inconformismo que produce, el que no recibamos lo que deseamos en el momento y de la forma que queremos. Dios sabe de antemano lo que necesitamos, jamás llega tarde y nos da mucho más de lo que esperamos recibir; pero requiere de nuestra confianza plena en su poder, para disipar el temor, la incertidumbre y la impotencia, que la espera produce en cada uno de nosotros.
Alabanza sugerida
Canción: Salmo 23 – Un Corazón feat. Marco Barrientos
Ver video aquí: https://youtu.be/MjMcj453CYQ
OREMOS
Padre amado, perdona mis reacciones automáticas. Perdóname por permitir que mis emociones me dominen. Fortalécete en mis debilidades. Dame la determinación que necesito para cambiar lo que tengo que cambiar, para darte la gloria y la honra en cada situación complicada que enfrente. Enséñame a gestionar mis emociones y dame la paz que necesito para esperar con paciencia y confianza que tú resuelvas aquello que yo no pude por mi necedad. Te entrego lo que soy. Me rindo a ti. Me refugio y descanso entre tus brazos. En el nombre de tu hijo amado Jesús, amén.