Hace unos días estaba de pataleta con DIOS, en mi impulso de que me complaciera con algunos deseos, que pueden no ser caprichos egoístas, pero que más allá de su voluntad era la mía, no entendía cómo ÉL actuaba en mi vida y cuál era el camino por donde debía andar tomado de su mano.
Como un niño chiquito lloraba, gritaba y hacia aspavientos porque no me daba la paleta de crema que había visto en la tienda de la esquina, pero ÉL me decía: – Si quieres te regalo una paleta de agua, y mis gemidos se hacían más fuertes, – Oye te he dicho que no me gusta que hagas teatro en medio de la calle.
Los gritos eran tan fuertes que estaban desesperando a los ángeles y a todos alrededor, bastaron dos palmadas en las nachas para poner punto final al numerito de tragedia que estaba montando. Enjugándome las lágrimas le pregunté: – ¿Por qué no me das mi paleta de crema, si soy un buen chico?… Hubo silencio.
El silencio se extendió por varios días y empecé a sentir angustia por su mutismo. De todas las maneras intentaba comunicarme con ÉL, pero no era posible; entonces, el Espíritu Santo me hizo saber que no era enojo lo que ÉL sentía sino tristeza, tragué saliva, doblé mis rodillas y allí mismo le pedí perdón.
Al día siguiente, en la mañana cuando estaba trabajando y con la mente revuelta, se acercó a mí y dio la respuesta a mi pregunta, con un susurro me dijo al oído: – Porque soy tu padre. Hasta ese momento entendí la razón, tuve que salir corriendo al baño, para encerrarme y llorar amargamente y descargar toda mi culpa.
Sé que es muy difícil de entender que DIOS es nuestro PADRE y como tal nos protege y nos mima, pero que también tiene un trabajo y responsabilidades, es REY de reyes y DIOS Todopoderoso, a todos nos ama como sus hijos portémonos bien o no, sólo ÉL sabe lo que nos conviene y además de eso debe administrar un reino.
Nuestra falta de confianza en ÉL y la falta de respeto hacia su soberanía, le hiere más que cualquier cosa, sobre todo si viene de parte de los hijos que ya le conocen, que han sentido sus abrazos, su calor, amor y ternura. DIOS también puede decirte no, y no por eso dejó de quererte, ÉL sabe qué es lo mejor para ti, y por sobre todas las cosas debemos recordar que es soberano.
El ser maravilloso que hizo el universo entero y puso el color a las flores, se fija en todos nosotros y desea que nuestras decisiones siempre nos lleven a ÉL, nos dio a todos el regalo del libre albedrío, pero no para satisfacer nuestros impulsos pecaminosos, sino para decidir amarlo y llevar una vida que sea de su agrado.
El poder de nuestras decisiones puede transformar todo a nuestro alrededor, por eso una de las decisiones más importante es la de ocuparnos de sus asuntos y confiar en ÉL. A todo padre le gusta que sus hijos aprendan su oficio y le ayuden en su trabajo; su oficio es mantener y extender su reino de amor, es por eso que debemos poner todo nuestro empeño en ser los mejores príncipes para representar con honores el reino de nuestro PADRE.
Es importante que tomemos la decisión de ayudarle a administrar su reino y entender que debemos ser parte de la solución y no parte del problema, para eso nacimos y nos nombraron príncipes, para aprender a servir al reino no para que nos malcríen. (Esto lo escribí con mis mejillas ruborizadas, sí señor, tengo vergüenza).
La soberanía de DIOS es la capacidad que ÉL tiene de pensar y obrar sin consultar a nadie, por todo lo que significa su nombre y porque ÉL merece los honores más altos, no hay otro DIOS; y a pesar de su poder infinito, nos regaló la posibilidad de elegir, con la intención de respetar nuestras decisiones y que sea nuestra mejor elección en la vida sea amarlo sin reservas y que rindamos nuestras vidas a sus propósitos.
No, es una respuesta… más tarde, es otra… Si te tomas la sopa primero, es otra. Independientemente de la respuesta, nuestra confianza en DIOS debe reflejar contentamiento en cualquier situación, porque la fe en nuestro padre, es confianza en sus nobles intenciones y soberanía, porque más allá de sus respuestas, nos dará lo que nos conviene en el momento que nos conviene, así sea una palmada en las nachas.
Escrito por Mr.Cesos para www.conectadosconcristo.com
EL SEÑOR, es soberano en toda nuestra vida a ÉL no lo mueve nuestra necesidad sino nuestra obediencia y nuestra fe.
Me sucedió lo mismo con mis negocios; me he llegado a sentir culpable por qué no se realizan, y le pregunto a Mi Padre Celestial por qué?
Hoy me ha dado una respuesta más con su Soberanía sobre nuestras vidas!
Envió a un mensajero para darme esta Palabra!
Gracias Mr Cesos!
Bendiciones a granel en tu vida!
Jcoa.!