Pena de muerte
Estamos condenados a muerte, cuando elegimos el pecado antes que a la santidad. Hacemos parte de una humanidad caída, aferrada a deseos pecaminosos y a la corrupción de nuestra alma, como si no fuera lo suficientemente valiosa, para protegerla contra las consecuencias de la desobediencia derivadas de las acciones del maligno, en su empeño por lograr una separación definitiva entre nosotros y la vida eterna prometida por Dios.
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