Querido niño Dios…
Me acuerdo cuando de pequeña, cada año (ningún año ha faltado y hasta el día de hoy lo hago) ponía en el arbolito de navidad la carta para el niño Dios, una misiva llena de cosas materiales porque no entendía que lo esencial eran otras cosas; con el pasar del tiempo, mi escritura fue madurando al lado de mi pensamiento, ya las cosas materiales pasaron a un segundo plano y mis cartas se convirtieron más en agradecimientos que en pedir regalos; empecé a entender el significado de la navidad, el verdadero valor «la unión familiar» y el propósito, celebrar el nacimiento de nuestro redentor.
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