¡Guarda silencio y escucha!

Creemos tener una hermosa relación personal con Dios, cuando nuestra oración se convierte en palabrería; hablamos y hablamos pero no estamos dispuestos a escuchar la voz del Señor, aunque Él quisiera guiarnos e instruirnos en el proceso, le es imposible, porque pensamos que entre más digamos y entre más adornos le pongamos a esa conversación, más efectiva será.

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