Vistiéndose para la batalla
Cada día, es una batalla nueva que emprendemos contra todo aquello que nos separa de Dios. Es vital cubrirnos de la cabeza hasta los pies de la gracia del Señor, al levantarse, en presencia de Él, antes de empezar con nuestras actividades diarias y al regresar al final del día, para encontrar reposo en su regazo.
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