«El SEÑOR le respondió:—Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, sólo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; sólo por mi mano poderosa va a echarlos de su país. 2En otra ocasión, Dios habló con Moisés y le dijo: «Yo soy el SEÑOR. 3Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el SEÑOR. 4También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros. 5He oído además el gemir de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto. 6Así que ve y diles a los israelitas: “Yo soy el SEÑOR, y voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud; voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia. 7 Haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios. 8Y los llevaré a la tierra que bajo juramento prometí darles a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el SEÑOR, les daré a ustedes posesión de ella.”» 9Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso.10Entonces el SEÑOR habló con Moisés y le dijo: 11—Ve y habla con el faraón, el rey de Egipto. Dile que deje salir de su país a los israelitas. 12Pero Moisés se enfrentó al SEÑOR y le dijo:—¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra.” No he dicho que lo que hoy vives, no sea de importancia, seguramente no es para nada fácil adaptarse a los cambios constantes de ánimo a los que nos exponemos a diario cuando tenemos que librar las duras batallas y pruebas en cada área de nuestra existencia. Se que no es fácil, pero para ser un pueblo victorioso, debemos cambiar nuestra actitud conformista a una llena de confianza y seguridad en aquel que tiene el poder de hacer de ti una gran nación. El camino más fácil no siempre es el más corto y efectivo. Lo más práctico es ceder a las circunstancias difíciles, abandonar nuestros sueños, ver como se derrumban nuestros proyectos sin hacer nada para evitarlo, al primer obstáculo tiramos la toalla sin ser perseverantes ni darnos la oportunidad de tener un poco de tolerancia a la frustración, le ponemos drama a todo, pensamos solo en nuestros intereses y no estamos dispuestos a dar un paso más para conquistar la tierra prometida, en otras palabras, esperamos que todo nos lo den en bandeja de plata sin hacer el menor esfuerzo por alcanzar nuestras metas de la manera correcta, a la manera de Dios. Una líder de mi congregación, nos animó un día a introducir una frase en nuestro vocabulario “que tal sí….” Y hoy te animo yo: que tal si le crees a Dios que eres su hijo(a), heredero(a) de grandes bendiciones en el cielo; que tal sí confías en que Él TODO lo puede, que no hay imposibles para Él; que tal sí…apartas la queja, el pesimismo, el egoísmo y los anhelos de perfección; que tal sí…pones nuestras expectativas en Dios y no en los hombres; que tal sí…aprovechas cada segundo en ser feliz y no darle mayor trascendencia a lo negativo que te sucede; que tal si…dejas de culpar a los demás por las responsabilidades propias; que tal sí… en este momento sonríes y dejas de llorar lo que en tus fuerzas no puedes cambiar; que tal sí…dejas tu pasado atrás y decides caminar con tu mirada puesta en lo que está adelante. Que tus palabras y tus acciones manifiesten hoy la voluntad de Dios, por tu sanidad, por tu libertad, por tu paz y salvación. Espera milagros…Él hará y tu verás. Es más fácil quejarme que esperar en ti confiado(a). Perdona Señor mi incredulidad, hoy decido dejar mi pasado atrás y aferrarme a las promesas que me has hecho de redención, restauración, amor y paz. Creo en ti, te amo y te necesito. En el nombre de Jesús, Amén y amén.Texto Bíblico
Éxodo 6: 1 – 12 NVI
Reflexión
Un desafío a tu actitud
Muchas veces asumimos una actitud terca y testaruda. De mil formas Dios nos ha dicho que nos liberará de las penurias que hoy sufrimos, que desplegará su fuerza y poder para que seamos felices, que romperá las cadenas de la esclavitud, nos confirma su amor, su presencia en nuestras vidas, escucha el clamor de nuestro corazón y está dispuesto a salvarnos, librarnos de la tristeza, el desánimo, la desesperación y las decepciones que nos causan dolor pero se encuentra con nuestra incredulidad, queja y pesimismo.
Oremos
Devocional diario Conectados con Cristo