“No les tengas miedo, que el Señor tu Dios pelea por ti.”
(Deuteronomio 3:22)
Gritó fuerte y no tan claro; ruido hay en mi mente en estos momentos, no se si soy digna de ser amada o no; me presento delante de Dios, diciéndole gracias por tenerme en cuenta para su obra, pero al mirarme al espejo, me doy cuenta que no soy más que una sabana de defectos que con muchas virtudes, escucha voces equivocadas acerca de lo que parece ser y no es.
A veces el estruendo del mundo pareciera ser más fuerte que el rugido de león que hace eco en mi interior; tratan de apagar mi clamor, hacerme sentir que no valgo nada y lo que es peor, que no soy capaz de emprender un llamado que desde el cielo me fue dado, al recordarme cada segundo que como ser humano que soy, fallo y tengo mil debilidades, pero es la gracia de Dios, que se perfecciona en mi humanidad, para decirme que es Él quien me lleva a un lugar hermoso que ni siquiera yo, soñadora como soy, puedo imaginar.
Elegida para amar y entregar todo por mi familia; con coraza de hierro protejo un corazón vulnerable. Acostumbrada a dar lo mejor de mí, a extender mi mano cuando de ayudar se trata, de dar un consejo cuando ha sido oportuno hacerlo y a expresar abiertamente lo que pienso, aunque llagas ajenas pululen sangre al escucharme.
Ojos me observan, los críticos y los de aquellos que esperan de mí todo y nada. Exigen perfección, pero ni ellos mismos son capaces de generarla…piden algo que no conocen, exponen sus altas expectativas, clavando poco a poco un cuchillo en un corazón lleno de cicatrices que anhela demostrar que de lo que fue ya no queda nada, y que hay mucho por delante por vivir.
Triste es dejar atrás las promesas dadas; la autoridad relegada; la responsabilidad erosionada por la falta de perdón, por la incapacidad de ponerse en los zapatos del otro, por querer imponer su voluntad, sus ganas de controlar, su impaciencia y crueldad. Cierro mis ojos para hallar paz, para encontrarme con quien no me señala y confía en que puedo marcar la diferencia, hacer lo impensable y conquistar lo imposible, porque así me ha creado y corresponde a los planes que en su amor inagotable él ha trazado para mí.
Antes no me importaba decir lo que pensaba, hoy creo que ha llegado la hora de callar y hablar solo lo que Él me diga debo decir. Antes buscaba compañía en lugares áridos, hoy intentaré aislarme y abstraerme de quienes con sus acciones se esmeran por apagar el fuego abrasador en mí y acercarme a quien infunde vida y me motiva a seguir hacia adelante, aunque las espinas arañen mi piel.
Puedo ver que las perlas preciosas del cielo no son para todos, sino únicamente para aquellos que han sido escogidos para un propósito y han recibido la llama eterna de salvación; para aquellos con un corazón dispuesto a recibir lo bueno, a no devolver lo malo, a marcar la diferencia, a ser sal y luz, a llorar convencidos de que serán consolados, a reírse de sus dificultades porque en medio de las pruebas conocerán la grandeza de un Dios, que no escatima esfuerzos para que entendamos que con Él nada es fácil, pero sin Él es imposible sobrevivir a la adversidad.
Elijo ser una persona, auténtica, honesta, que ama sin límites y sin reservas, que le entregó su vida a Dios desde que fue rescatada del abismo; apuesto cada respirar por Él, porque nunca nadie en mi pasado o en mi presente me ha demostrado tanto amor como lo ha hecho Él.
No somos monedita de oro para gustarle a todo el mundo, ni debería ser nuestro interés hacerlo; sino por el contrario, incomodar, no ser permisivos, ser multiplicadores de la verdad, desenmascarar al enemigo cuando alce su voz en contra de los hijos de Dios; buscar calor en los brazos correctos, porque el viento gélido de la muerte acecha con acabar con la poca fe que tenemos en nosotros mismos.
Quiero cerrar los ojos y permanecer así por un instante, mis fuerzas se acaban, las de Él comienzan a trabajar. Mi esperanza está paralizada, mi entender nublado y mi pensamiento divaga en un horizonte infinito sin final. Oscuridad, nada a mi alrededor, las estrellas no alumbran el cielo, el rocío del amanecer es la música que me arrulla para decirme ya no más, para impulsarme a continuar, aunque el ímpeto de lo violento se pare frente a mí, amenazante y rígido, sin futuro alguno.
Aquí estoy, valiente y cobarde a la vez, con ganas de conquistar el mundo entero y esconderme, convencida de que puedo y de que no, siempre hay un tiempo para todo, aun para creer y dudar, para amar u odiar, reír o llorar, sentirme victoriosa o derrotada…vivir o morir y la verdad prefiero vivir, porque aún no he librado la más dura de las batallas, descubrir el motivo correcto para hacer lo que tengo que hacer con diligencia, dignidad y total integridad.
Escucho atentamente, es Dios quien susurra con su dulce voz…te amo, eres importante para mí, se quién eres, hacia dónde vas, las metas que alcanzarás; tropezaste pero te sostengo, no te dejo en vergüenza, no me he olvidado de ti; yo soy, yo puedo, yo tengo y yo doy…búscame y hallarás respuestas, acércate y te resguardaré…mi niña amada por siempre y para siempre…
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.”
(1 Juan 4:10 NVI)
Escrito por lilo de Sierra para www.conectadosconcristo.com