Texto bíblico

Génesis 31: 22 – 55 NVI Labán persigue a Jacob “22 Al tercer día le informaron a Labán que Jacob se había escapado.23 Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad. 24 Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo, y le dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!» 25 Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde éste había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes, 26 y le reclamó a Jacob: —¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra! 27 ¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa. 28 Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio! 29 Mi poder es más que suficiente para hacerles daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: “¡Cuidado con amenazar a Jacob!” 30 Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses? 31 Jacob le respondió: —La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza. 32 Pero si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo, y llévatelo. Pero Jacob no sabía que Raquel se había robado los ídolos de Labán, 33 así que Labán entró en la carpa de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la carpa de Lea, entró en la de Raquel. 34 Pero Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la carpa, pero no los encontró. 35 Entonces Raquel le dijo a su padre: —Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación. Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos. 36 Entonces Jacob se enojó con Labán, e indignado le reclamó: —¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera?37 Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón. 38 Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños. 39 Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas. 40 De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía. 41 De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces me cambiaste el salario. 42 Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia. 43 Labán le replicó a Jacob: —Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos? 44 Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio. 45 Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una estela, 46 y les dijo a sus parientes: —¡Junten piedras! Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras. 47 A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad. 48 —Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio. Por eso se le llamó Galaad a ese lugar, 49 y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró: —Que el SEÑOR nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro. 50 Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros.51 Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—. 52 Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño. 53 ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez! Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac. 54 Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí. 55 A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.”

Reflexión

Un necesario cambio de dirección ¡Wow!, que hermoso es Dios, que nos protege y advierte a quienes nos persiguen, que no deben amenazar a un hijo suyo. En Él, podemos estar seguros, porque cuida de nosotros y procura que absolutamente nada, impida que se cumpla su plan divino en nosotros. Aunque nuestro enemigo sea fuerte, el poder del Señor es mucho más grande, y todo aquel que se levante contra ti, también está bajo su autoridad. Es por eso que no debes temer, y puedes con toda confianza declararte vencedor, porque la mano del Señor, es quien libra la batalla por ti, yendo siempre adelante, para allanar tus caminos y garantizar que llegues a la meta planteada. Dios ve, no solo la aflicción que hay en tu corazón, sino también tu actitud de servicio, honestidad e impulso a servirle y obedecerle, aun cuando no tienes fuerzas para seguir hacia adelante, ve el trabajo de tus manos, te bendice y te hace justicia. Si te rindes a la voluntad del Señor, podrás entender con mayor facilidad, que las pruebas son temporales. Jacob, fue víctima de sus decisiones del pasado, todo lo que sembró irremediablemente fue cosechado; sembró engaño, mentira y deshonró a su padre y hermano, tuvo que huir. Posteriormente, fue engañado por su suegro y durante veinte años, tuvo que soportar abusos de su parte y una familia en donde reinaron los conflictos y la división. Su determinación de cambiar lo que hasta ahora había sido una realidad llena de errores, de reconocer sus desaciertos, de sentir la necesidad de experimentar la guía de Dios, de asumir una actitud de disposición y obediencia a Dios, es lo que marcó la diferencia y el antes y después de ésta historia. Es momento de poner límites en nuestra vida, dejar atrás la idolatría, la mentira, la falta de unidad, porque son cosas que desagradan a Dios, y nos llevan a la destrucción. La adoración ofrecida a cualquier objeto, persona, o el hacer actos impuros o incorrectos nos aleja de la bendición que el Señor tiene para nosotros. Se requiere de una verdadera convicción para caminar en espíritu y verdad, para que podamos apreciar el amor verdadero que solo Él puede ofrecernos. Da ese salto de fe, no esperes más, confía en el Señor, haz un pacto con Él, de hacer las cosas bajo sus normas y preceptos, para que puedas el día de mañana, dar testimonio vivo, de que caminar con Él, trae recompensa eterna para ti y los tuyos.

Oremos

Mi corazón se llena de alegría, al sentirte a mi lado en mis aciertos y desaciertos en la vida, al saber que cuento contigo, que no me dejas solo y que tengo esperanza en medio de mis dificultades. Señor, gracias por cuidarme, por darme no una sino “n” oportunidades de cambiar la dirección de mi vida, para poder acercarme cada vez más a ti y lograr marcar la diferencia en un mundo caído, preso del engaño y la mentira. Gracias por amarme, aun cuando te fallo tanto. Bendice mi vida y renuévame, hazme un radical en mi caminar a tu lado. En el nombre de Jesús, Amén.