Esta es una época en donde todos nos quejamos de la maldad de los hombres, de la depravación y la perversidad que existe hoy en el mundo, es una época en la que colectivamente somos indiferentes, pero en la que individualmente somos violentos.

Vemos las injusticias todos los días a la vuelta de la esquina, pero no hacemos nada, sin embargo, si alguien por error se tropieza con nosotros en la calle, reaccionamos de la peor manera y hasta somos capaces de armar una pelea: “la gente debe aprender a respetar”, argumentamos.

La realidad nos muestra que la falta de conciencia colectiva nos ha llevado a mantener el silencio, nos ha llevado a negociar nuestros principios, nos ha llevado a entregar nuestra nación. Porque mientras tengamos trabajo y nuestra familia un pan en la mesa, el mundo se puede caer encima y no nos inmutamos.

Hace unos días leía una frase de Martin Luther King que me hizo reflexionar: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino  la indiferencia de los buenos”. Es una verdad a gritos, que muchos de nosotros no queremos aceptar.

La indiferencia es rampante en nuestra sociedad, es ese adormecimiento, esa anestesia del alma, que nos empuja a una pasividad casi enfermiza; algunas veces nos envalentonamos y despotricamos del gobierno, de la sociedad actual o las instituciones, pero no comprendemos que cuando dejamos que las circunstancias decidan por nosotros, no vamos a tener posibilidades de cambio.

El ejemplo claro es internet, muchos de nosotros consideramos que la red está llena de frivolidades, mentiras, pornografía, violencia y vicios. Pero participamos de ello, porque consumimos material audiovisual que no edifica con la excusa que no hay más. Pero no generamos contenidos de calidad y edificantes y lo que es peor, cuando lo encontramos no ayudamos a difundirlo.

Los “buenos” no ayudamos a extender el reino de DIOS, porque tenemos envidias, porque nos gana el ego, porque sencillamente no nos interesa, porque creemos que edificante es sinónimo de gratis, porque nos da miedo o me imagino que en algunos casos nos avergüenza ponernos en evidencia.

Pero los “malos” si pueden organizar redes de pornografía infantil, trata de órganos y hasta comunidades caníbales, porque aunque los mueven intereses oscuros se unen y logran sus fechorías, tal vez porque son más astutos que nosotros o porque sus bajas pasiones los llevan a la acción.

Es cómodo criticar al pastor o al ujier desde un sillón, cuando el que está haciendo paga el precio y nosotros sólo “ayudamos” a destruir, a juzgar y a opinar. Nos falta movernos a la acción, correr a enfrentar al enemigo apretando el cuchillo entre los dientes, con furia, con decisión, con pasión.

Pero no servimos de pastores, ni de salmistas y mucho menos de misioneros. Entonces ayudemos a nuestra comunidad, así sea orando por los líderes, los voluntarios y las personas que se juegan el pellejo en el campo de batalla, conozco gente que desde su posición hace muchas cosas por el reino.

Evitemos quejarnos si no hemos ayudado a construir nada, apoyemos a los nuevos talentos que quieren un mundo mejor; los nuevos cantantes, escritores, poetas, músicos, pastores, profetas, evangelistas… y demás personas que quieren poner a disposición de DIOS, su obra y sus talentos.

Así que Jonatán y su ayudante dejaron que los filisteos los vieran. Los guardias dijeron: “¡Miren! ¡Los hebreos están saliendo de su escondite!” y les gritaban: “¡Acérquense para darles una buena lección!”. Jonatán le dijo a su ayudante: « ¡Sígueme, que el SEÑOR nos dejará derrotarlos! ». Así que Jonatán subió para combatir. A los filisteos que caían, el ayudante de Jonatán los remataba”.
1 Samuel 14:11-13 PDT

Escrito por  “Mr. Cesos” para www.conectadosconcristo.com