Hace un par de años aprendí algo sumamente valioso para mi crecimiento como emprendedor y empresario. De hecho, con el artículo pasado (El dolor y el placer) mencioné este tema pues tuve que solucionarlo para ser mejor. No digo que ya lo tenga resuelto, pero si he trabajado mucho en eso pues un emprendedor que no sabe vender es como un lapicero sin tinta. Por otra parte, he visto que todos somos vendedores, aun inconscientemente. Todo el tiempo nos estamos vendiendo. Entonces no digamos más esa mentira de que nunca hemos vendido cuando toda la vida lo hemos hecho, solo que no nos dimos cuenta.
En varias ocasiones he invitado a amigos a hacer negocios conmigo, a invertir en algo o planear algún proyecto que me parece llamativo. Así mismo, incontables veces he recibido la objeción de que la persona no sabe vender y/o nunca lo ha hecho. Hoy quiero que nos hagamos más conscientes que eso es mentira. Mi pregunta frente a la objeción normalmente es si alguna vez, cuando fue a una entrevista de trabajo, lo contrataron. La respuesta por lo general es que sí. Entonces yo respondo: ¡Por eso! ¡Ahí está! Cuando fuiste a la entrevista fuiste un vendedor buscando que una empresa te comprara. ¡El producto eras tú mismo! De la misma forma te vendes cuando buscas una pareja o buscas entrar a una carrera en una universidad. Ahora, si esto es claro, déjame contarte que el hilo va mucho más allá. También vendes cuando le hablas a alguien de tu iglesia, de Dios, de tu familia, vendes cuando hablas de ti mismo a cualquier persona, cuando hablas de tu esposa, ciudad o país. Al final, al que le hablas decidirá si compra o no compra tus ideas y más allá de eso, esa persona conocerá qué clase de persona eres. Si hablas basura, seguramente serás comprado de la misma manera. Si vendes mentiras, la gente comprará al mentiroso y se lo llevará en su mente, aunque no te lo diga. Si vendes critica o juicio sobre alguien, las personas comprarán tu imagen de criticón y juez de los demás. Todo lo negativo que vendas te quitará muchas oportunidades y te llevará seguramente a la frustración. Todo lo bueno que vendas te ayudará a crecer y que la gente se conecte más fácilmente contigo.
El tema importante aquí es que debemos ser conscientes que todo el tiempo nos estamos vendiendo. Y luego de ser conscientes debemos cambiar nuestros malos patrones, malos hábitos para vender cosas buenas a los que nos rodean, para vendernos de la mejor manera sin decir mentiras, como veíamos en el artículo de Deja de Ser Bueno, sino más bien siendo auténticos. Pregúntale a las personas más cercanas a ti cómo te perciben, qué sienten cuando están contigo. Esas simples respuestas podrán mostrarte muchas cosas a mejorar en tus discursos de venta. Solo imaginemos ¿quién podría comprarnos la idea de Jesús y la salvación si lo que vendemos es queja, critica y juicio sobre otros? ¿Quién estaría tentado a acercarse a Dios si no vendemos bien su mensaje reflejando una vida incoherente con su palabra? Reflexiona y sé consciente que siempre estás vendiendo algo… ¿qué me vendes hoy?
¡Bendiciones emprendedor!
Escrito por David Andrés Rincón para www.conectadosconcristo.com