“Como hijos de un Dios soberano, nunca somos víctimas de nuestras circunstancias”.
He notado en mi vida personal y sé que muchos también lo han notado, que hemos cuestionado y catalogado los sucesos que no esperábamos y que salieron de manera diferente, como malo, pues no los deseábamos y mucho menos los planeamos, entonces cuestionamos las circunstancias y vemos lo que estamos viviendo como malo.
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”. Romanos 11:36
Este es uno de los versículos que se me dificultó creer, pues crecí en el dualismo de lo bueno y lo malo, donde todo lo bueno proviene de Dios y todo lo malo proviene del diablo. Creando en mí la idea de que Dios pelea y posiblemente podía perder la batalla. Debido a esto, pensaba que me pasaban cosas malas o sencillamente debía continuar peleando y pues en medio de la guerra podía ser herida y esas eran las cosas malas. Las difíciles y desafiantes, pero realmente oportunidades que se me presentaban y que interpretaba en mi mundo como si a Dios se le hubiera olvidado protegerme. Estaba muy equivocada. Espero que con lo que voy a plasmar aquí puedas entender como yo, la soberanía de Dios y su gran poder, entendiendo primeramente que nada está fuera de su control.
Cuando catalogamos lo bueno y lo malo, estamos expresando de cierto modo que somos víctimas o victoriosos, llamando victimas a aquellos que recibieron o pasan por cosas malas, haciendo de esta manera que consideren su dolor como algo familiar. La víctima busca lastima por todo lo “malo” que ha estado pasando, llega a tener conversaciones con otros como si estuviera en una competencia para ver lo terrible que ha sido su vida en comparación con los demás. Pero si dejamos de catalogarlo entenderíamos lo siguiente:
“… A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28
Podemos ver que realmente eso que llamamos “malo” no es malo pues nos ayuda a nuestro bien; es un proceso que debemos pasar para poder llevar acabo el propósito por el cual fuimos creados.
Ahora bien, esto quiere decir que Dios está en control de absolutamente todo lo que nos da descanso y paz, que es mejor saber que Dios, el Todopoderoso, el vencedor, conoce y sabe nuestro final, sabe que es necesario pasar por el sufrimiento y que es bueno completamente bueno porque nos está perfeccionando.
La vida no es sencilla y fácil, seria aburrida sin los baches, giros, desvíos, colinas, desiertos y valles que a menudo encontramos en nuestro andar diario. De hecho, fueron preparados y trazados con un propósito mayor que solemos olvidar y en ocasiones por las mismas dificultades lo ignoramos.
Jesús fue enviado por el Padre con un propósito, pero para cumplirlo pasó por muchas dificultades, desiertos, injusticias, críticas, señalamientos, baches, pasó por todo lo que nosotros hemos pasado y pasaremos para cumplir su propósito. Ninguno fue fácil y prácticamente se podría decir que la vida no fue justa con él pues siempre hizo lo correcto y no merecía todo lo que le pasó. De hecho, cuando comentó a sus discípulos cómo debía de morir, Pedro se levantó y dijo que eso no le pasaría a él pues eras fuerte y trágico, pero Pedro lo único que deseaba era evitar que Jesús pasara por un proceso difícil como ese. Lo que Pedro no podía ver era que eso estaba destinado para un bien mayor así que no era malo.
Jesús podía verse como víctima, pero no lo hizo. Sabía que era necesario. Pedro fue sacudido, pero fue parte del plan divino, a él le dolió, pensó que tendría la valentía y la fuerza para no negarlo tres veces, cuando recordó eso lo derrumbó y le dolió en el alma, pero fue fortalecido y se convirtió en un Pedro diferente a tal punto que murió por Cristo.
Entiende algo: Si estas en este mundo es porque hay un propósito y todas las cosas que se catalogan como malas no lo son, son las herramientas que Dios utiliza para perfeccionarte, para que cada día estés igual al molde original que es Cristo. Así que en medio del dolor y el sufrimiento disfruta pues es pasajero, agradece pues te fortalecerá y quitará la niebla para que veas con claridad.
No eres víctima eres victorioso por medio de aquel que te amó y se entregó por ti y por mí.
Escrito por Nina Gutiérrez para www.conectadosconcrsito.com